Desde que comenzaron a ordenarse esqueletos metálicos con lonas en forma de techo como locales de venta de películas piratas en la avenida El Placer del sector Valle Hondo, en Cabudare, el trecho luce iluminado durante las noches, como no lo estaba antes de la llegada de los comerciantes informales. Pero la presencia de los buhoneros genera congestionamiento en la vía porque los carros se detienen, como en los sitios de autoservicio, para comprar, razón por la cual algunos vecinos guardan opiniones contradictorias sobre la estadía de ellos en esa zona.
“Somos una bendición para unos y una maldición para otros”, describió uno de los vendedores de DVD y CD de música la imagen que sobre ellos se han creado los habitantes de Valle Hondo. Desde que trabaja en la avenida El Placer, hace más de cinco años, él junto con otros 14 vendedores mantienen el lugar iluminado y eso evita que se cometan atracos.
Su versión la aprobó una residente de la urbanización, quien prefirió omitir su identidad. Ella recordó que antes de que se multiplicaran los puestos de comercialización de películas y de comida rápida el sector era dominado por la oscuridad y la soledad. Esto, dijo, los hacía vulnerables a ser víctimas de robos con frecuencia, pero ahora con la estadía de los buhoneros ha crecido el fluido de personas y al haber mayor dinámica e iluminación se reducen las probabilidades de ser atracados.
Por otro lado, apostilló la mujer, el embotellamiento desespera a quien utiliza la avenida El Placer para llegar a casa. Por eso, admitió, la opinión de los habitantes del sector son contradictorias. Los quieren por ayudar con la iluminación y los rechazan por ser causantes del congestionamiento.
Hay también quien le atribuye el hecho de que por la lentitud del tráfico automotor se han reducido los accidentes. Antes cuando no existían tantos comercios, rememoró Nohemí de Hernández, los carros pasaban a velocidades altas y no en pocas ocasiones atropellaban a personas o animales.
Los comerciantes defienden que cuentan con la autorización de la Alcaldía de Palavecino para trabajar allí, fueron incluidos en un censo de economía informal y pagan un impuesto trimestralmente.
No se rehúsan a ser reubicados, como hace aproximadamente un año lo prometió la autoridad municipal, José Barreras. Solo desean que sea dentro del sector donde han hecho la clientela.
