La muerte de Dario Fo generó una oleada de reacciones en Italia, tanto de líderes políticos como del mundo de la cultura.
“El premio Nobel más alegre de todos los tiempos falleció. En vez de una lágrima le debemos una sonrisa», tuiteó el escritor Erri De Luca.
“No temo la muerte pero tampoco la seduzco. Si has vivido bien es la justa conclusión de la vida», comentó recientemente en una charla con el diario Il Corriere della Sera.
Nacido el 24 de marzo de 1926 en Lombardía (norte) en el seno de una familia obrera antifascista, Darío Fo estudió pintura y arquitectura antes de iniciar su exitosa carrera teatral a principios de la década de 1950.
Conocido por su activismo político y su estilo juglar medieval, estuvo siempre en primera fila para defender sus principios, en particular en los años 1970 y 1980, los llamados «años de plomo», cuando fundó la organización «Soccorso rosso» (Socorro rojo) para dar asistencia legal a los militantes de izquierda.
En la década de los noventa luchó a favor de la legalización de la droga, del aire puro, del control de la natalidad, atemorizando a los católicos con su divertido anticlericalismo.
El maestro de la sátira y a la vez referente de la izquierda italiana, fue uno de los mayores críticos del estilo de gobierno del multimillonario y ex primer ministro Silvio Berlusconi y en los últimos años apoyó el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo.
“La muerte de Dario Fo priva al país de una gran voz crítica, un guía espiritual para el espíritu cívico.