En estos días un personaje versado en el arte de hacer posible lo imposible (no me refiero a la magia sino a la definición aristotélica de la política) y que aspira a dirigir los destinos del país le dio por demostrar que la politología es, en esencia, una ciencia ligada a la emocionalidad y no a la racionalidad, lo cual me preocupó por ser un área (junto a la comunicación social) en la que he procurado prepararme para ayudar a corregir los dislates que nos llevaron a que, como país, diéramos un paso al frente cuando estábamos al borde del precipicio.
Por esa vía quien aspire a dirigir los destinos del país debe decir lo que los demás quieran oír, no lo que deba; satisfacer a las enardecidas masas del teclado que claman por sangre (cual eufórica plebe del Coliseo romano), no situar las cosas en su justa medida así disguste a sus seguidores y dirimir las diferencias por las redes sociales, no en el fragor del debate político.
Según la tesis esgrimida por esos gurúes de la política, en Venezuela no aplica el que un gobernante deba prepararse para atender la crisis que agobia a sus administrados; es ilógico que sean ingenieros, científicos y académicos quienes analicen las fortalezas y oportunidades que se tienen para alcanzar el éxito y no vale la pena que los niños se preparan para ser exitosos en un mundo más competitivo.
Eso explica porqué hemos padecido a unos ignorantes al frente del Estado y nadie puede argüir que la momia insepulta era culta porque recitaba párrafos o porque, como llanero, era cuentero y que su heredero sea una lumbrera porque algunas de sus neuronas hacen sinapsis cuando lee los guiones que le dan.
Las de Villadiego
Los tiempos que vivimos son trémulos pero en nuestra fauna política han destacado unos bodoques que reman en el mismo sentido de lo que dicen adversar, no en lo ideológico, lo filosófico o lo político sino porque ven una cascada y bogan en el sentido de la corriente: critican todo lo que se haga y no proponen nada; aspiran que los demás se inmolen para, sin sacrificio, quedar como el último de los mohicanos; dicen tener las soluciones por ser los elegidos pero que se lo reservan para no comprometer a nadie (ni a ellos) y actúan como traidores y negociadores capaces de vender a su madre.
Por eso es que sí usted es un líder político y descubre en su entorno a personajes tan pusilánimes, como los descrito en el párrafo anterior, debe dejarse de conexiones sentimentales y cálculos políticos porque está en la obligación de desenmascararlos, de exponerlos y de denunciarlos sin ambigüedades de manera que no quede como una pelea por rivalidades internas, preservación de espacios y necesidad de vocería.
Mientras el titán de Villa Rosa (así lo llamó el encapuchado vengador de los “desjuguetados” de McDonald’s), el que venció a las huestes armadas que lo emboscaron con tecnología (culinaria) y el que se sobrepone a la adversidad (al coger las de Villadiego) usa al ministerio de elecciones (CNE), al ministerio de linchamientos (TSJ) y al servicio de espionaje batracial (Sebin) para obstaculizar el revocatorio y que no den los lapsos, necesitamos a políticos preparados, decididos y avezados que actúen, que motiven y que frente al régimen, que destaca por tramposo, malamañoso y zascandil, digan “cuenten conmigo” para que el presidente obrero, autobusero y reposero sea recordado, señalado e invocado como el presidente revocado.
Llueve… pero escampa
Miguel Yilales
@yilales