La parroquia Chivacoa en el estado Yaracuy cuenta con una rica y conservada tradición oral, que se expresa principalmente a través de mitos y leyendas, acerca del culto a María Lionza; convirtiéndose hoy día en una cultura que comprende lo místico y religioso. Ella junto a su danta rompen fronteras y no tienen paradigmas que la detengan.
Las referencias más antiguas del culto son testimonios orales que datan de principios del siglo XX, en donde los campesinos de la región hablaban sobre la existencia de la reina María Lionza en las sierras de la montaña Sorte.
El culto se amoldaba a esa pequeña región que estaba basada en la devoción a los antepasados, en su mayor parte caciques indígenas y héroes de la independencia venezolana.
Desde hace 65 años se celebra cada 12 de octubre, en la montana de Quibayo la danza del fuego o baile de la candela, en honor, tributo y sacrificio a aquella reina que año tras año ha curado a sus seguidores enfermos, les otorga prosperidad y realiza milagros no explicados por la ciencia.
Acto cultural
Para este año más de 12.000 visitantes y creyentes se dirigieron al Monumento Matural Cerro María Lionza, para celebrar la danza del fuego o baile de la candela, como una manera de conmemorar la manifestación cultural de la idiosincrasia yaracuyana, que representa esta creencia arraigada en el pueblo venezolano.
Sus seguidores comenzaron a dirigirse al sitio desde horas de la mañana para preparase espiritualmente para estar con su reina.
Quienes reciben los espíritus (materia) comienzan a danzar sobre las brasa mientras contorsionan sus cuerpos, saltan, hablan en idioma propio de las etnias, todo bajo la tutela de sus cuidadores (bancos).
Cada año estos rituales se hacen con el fin de realizar un homenaje de agradecimiento por todas las peticiones cumplidas, se convierte de esta manera en una ofrenda y un esfuerzo de los participantes y organizadores.
El 12 de octubre, el monumento de María Lionza se transforma en una montaña repleta de altares y oraciones, donde todos sus seguidores al son del tambor manifiestan su agradecimiento a Dios primeramente y a su madre María Lionza a través de altares adornados con flores, velas, frutas, estatuillas representativas de santos, vírgenes y héroes nacionales.
A lo largo del lugar, el humo del tabaco impregna el ambiente. Hay personas que tienen días pernoctando con sus carpas en la montaña para conectarse con los cuatro elementos (fuego, aire, tierra y agua) a través de la meditación. Algunos en el lugar se dedican a sanar a los enfermos, otros van en búsqueda de encontrar alivio a través de la reina y otros simplemente agradecen lo que han recibido.
Se ven carpas ocupando el borde de la quebrada Quibayo, la cual se ilumina con las velas de quienes se despojan sumergidos en las frías aguas. Todo asociado con la espiritualidad y el arraigo de la cultura de aquella zona.
Unidos por la misma causa
Pablo Vázquez, presidente de la Asociación Nacional de Espiritistas, manifestó que este año, el ritual para la dueña de la fauna y flora, estaba enfocado en la productividad.
“María Lionza no solamente es el tabaco y la vela, es la espiritualidad de una mujer religiosa que impulsa nuestra cultura. Para este año pedimos por la paz de nuestro país. Todos los bailadores nos uniremos junto a los espíritus para pedir que sean traídos los rubros a Venezuela, para que cese la crisis que afronta”.
Siria Torres es una valenciana que tiene más de 37 años participando en la festividad como materia, para ella este día significa algo muy grande que le da al país la entrada de la evolución, salud, bienestar y paz.
“Venimos con mucho orgullo a realizar esta danza del fuego con mucho honor a nuestra madre reina para que ella meta su mano en este país y haga que emerja de esta crisis que se está viviendo”.
Igualmente, los seguidores de María Lionza piden que se le dé la debida importancia que requiere esta celebración como hecho cultural.
Gendry Mosquera, en representación de los hermanos espiritistas, le quiso hacer llegar un mensaje al Gobierno nacional sobre la problemática que viven cada año cuando se aproxima el 12 de octubre, momento en que se tiene que esforzar para encontrar el estado de meditación que requiere este culto.
“Venimos a danzarle a todo nuestro pueblo. Por esa razón pedimos que oigan nuestras súplicas de que construya un anfiteatro en el monumento de María Lionza, queremos nuestro templo del sol, que se mantenga y se le dé la debida importancia a nuestra cultura. Da tristeza llegar en cualquier momento del año y encontrarnos con el lugar deteriorado”.
Seguridad
Eguilda Figueredo, presidenta de la Asociación Yaracuyana de Turismo, indicó que fue habilitada la presencia de más de 1.317 funcionarios de seguridad, quienes conformaron parte de toda la logística dispuesta para recibir a los visitantes en este punto turístico tan importante de la zona.
