Me alegró la designación de monseñor Baltazar Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, como Cardenal de la Iglesia Católica. Me alegró como venezolano y como católico que soy. Para Venezuela es una distinción y un signo inequívoco del amor del Santo Padre Francisco hacia nuestro país. Amor manifestado en multitud de ocasiones. Cuando, por ejemplo, se ha referido a los graves problemas actualmente sufridos por los venezolanos; en las diversas audiencias concedidas a compatriotas nuestros, entre ellos, a Henrique Capriles, Ramón Guillermo Aveledo, Bony Simonovis, Lilian Tintori, Mitzy de Ledezma y un largo etcétera.
Manifestado también ese amor en el llamado constante de Francisco a buscar acuerdos entre los venezolanos.
Francisco nunca ha sido indiferente a Venezuela y ahora la designación de Baltazar Porras como Cardenal, es una prueba más de ese interés pontificio. Y como católico me alegra la designación que comentamos porque en palabras del beato Pablo VI, es una señal de la “perenne juventud de la Iglesia. «La Iglesia católica mientras más se le combate y persigue, más crece y más fuerza y capacidad de renovarse tiene, conservando siempre su fidelidad a las verdades eternas. Monseñor Baltazar Porras se suma a los cinco venezolanos que hasta ahora habían ostentado el título de Cardenal. Nuestro primer Cardenal fue monseñor José Humberto Quintero, escritor, historiador, gran amigo del presidente Betancourt, designado por el papa San Juan XXIII. Luego San Juan Pablo II elevó a la dignidad cardenalicia a los monseñores José Alí Lebrún, Rosalio Castillo Lara e Ignacio Velasco y el Papa Benedicto XVI designó a monseñor Jorge Urosa Sabino. Sin embargo, es la primera vez que dos ciudades venezolanas tendrán como arzobispos a dos respectivos cardenales: Urosa en Caracas y Porras en Mérida. En el pasado reciente fueron cardenales simultáneos Lebrún y Castillo Lara, pero este último desempeñaba labores en la Santa Sede, llegó a ser gobernador de El Vaticano. Luego fueron cardenales simultáneamente, los cardenales Castillo Lara e Ignacio Velasco, pero aquel continuaba en Roma, mientras Velasco era arzobispo de Caracas.
El cardenal Baltazar Porras ha tenido durante todo este tiempo de gobierno chavista, una actitud de permanente crítica al régimen. Esa actitud le valió al nuevo Cardenal los insultos más grandes y el desprecio más desconsiderado que un hombre de su alta jerarquía haya recibido del gobierno venezolano.
Estoicamente, sin perturbarse, Porras mantuvo siempre una gran compostura. En realidad los insultos y el trato lo han recibido todos los cardenales que han servido a la Iglesia en esta trágica época, pero Porras Cardozo fue como el símbolo de la resistencia a todo lo que el régimen representaba. Su nombre fue mencionado como sucesor del Cardenal Velasco en el arzobispado de Caracas, al producirse la muerte de éste, pero fue vetado por Chávez. Urosa Sabino reemplazó a Velasco. Urosa también recibió serios agravios por parte de Chávez. Enhorabuena Cardenal Porras. El tiempo de Dios es perfecto. Su entrega y sufrimiento por Venezuela se convierten ahora en alegría y esperanza.
