La vida de otro gobernante, que puede ilustrar perfectamente como Dios es quien los quita y los pone. Y mostrarnos también, como Dios permite la enfermedad o la quita. Y no otra deidad, no es un simple presidente del “tercer mundo”, es el rey Nabucodonosor. Y su caso nos llena de esperanza, por cuanto sabemos, que en un momento de su existencia, pudo reconocer, que el dominio detentado en sus manos sobre el mundo conocido, que lo convirtió en el imperio más poderoso de la antigüedad, le fue dado por el Dios Altísimo. Dice la Santa Biblia. “Entonces el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro, se postró ante Daniel, … y dijo: En verdad que vuestro Dios es Dios de dioses, Señor de reyes .…” Dan.2:46,47. Lo cual indica, que este reconocimiento puede contagiar a nuestros gobernantes también.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles de suceder, por cuanto el poder político, que trae consigo poder económico y militar. Y una “camada” de adulantes, falsos, crueles y mentirosos. Tontos útiles del gran Engañador, la Serpiente Antigua que también se llama Diablo y Satanás, copa la mente del gobernante y lo saca del camino correcto. Y fue lo que sucedió con Nabucodonosor. Este poderoso rey, luego de reconocer el poderío divino en su majestuoso imperio, se apartó de sus hermosos conceptos que había adoptado y se abrogó para sí mismo todos los admirables logros de su imperio. Entonces, Dios actuó para darle una lección de vida que debería servir para los gobernantes en este tiempo. Lo que puede sucederle a las personas y gobernantes, obviamente, que apartan a Dios de sus vidas.
El profeta le informa al rey sobre la enfermedad mental que Dios mandará por su blasfemia. «El Dios altísimo ha decidido castigar a Su Majestad. Usted ya no vivirá con la gente, sino que vivirá con los animales, y comerá hierba como ellos. Se bañará con el rocío del cielo, y así estará usted durante siete años. Al final de esos siete años, Su Majestad reconocerá que sólo el Dios altísimo gobierna a todos los reinos del mundo, y que sólo él puede hacer rey a quien él quiere” Dan.4:24.¿Cómo les parece?
Obviamente, Dios no es el autor del mal, de la enfermedad o de las maldiciones. Eso vino con el pecado, pero es la escuela que Dios utiliza. Cuando lo permite, es para enseñar a sus hijos porque les ama. Lo más grande y maravilloso de nuestro Dios entonces es, su espíritu perdonador, su amor, su piedad y su misericordia para todo ser humano. Expresada vívidamente en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Por lo cual, sana al rey y lo restituye en su trono.
Lo que sucede después, que alimenta nuestro optimismo, es que sí hay gobernantes que llegan a reconocer a Dios como el dador de todo. Se hacen permeables a la influencia del Espíritu Santo y cambian sus procederes. Por lo cual, Dios le devuelve la bendición. “Al cabo de los siete años, yo, Nabucodonosor, dejé de estar loco. Entonces levanté los ojos al cielo y le di gracias al Dios altísimo, que vive para siempre. Lo alabé y le dije: “Tu poder durará para siempre, y tu reino no tendrá fin” Dan. 4:34. Esto nos hace pensar, que tal vez veamos a Nabucodonosor en la primera resurrección. La de de los justos. Y es un excelente precedente para que todos y en especial nuestros gobernantes, aprendan y hagan los cambios que sus gobernados necesitan. ¿Lo harán?. ¡Hasta el martes Dios mediante. Próximo título !Si estás flaco…!