“Ninguno de los problemas que me han contado de Barquisimeto me ha asombrado, sólo la fuga de jóvenes talentosos, eso sí es grave, alcalde tiene que hacer algo”.
La frase le pertenece al ingeniero José Ignacio Suárez, un ejecutivo de la Ruta N de Medellín, Colombia, a quien le pagan por pensar la ciudad en 40 años.
Ruta N es una entidad que se encarga de estudiar cuáles son los problemas de la ciudad y cómo se pueden solucionar con métodos innovadores, se plantearon el objetivo de posicionar a Medellín como la ciudad más innovadora de América Latina en el año 2021.
Es una institución de la Alcaldía, pero conformada por gente común y corriente, todos desvividos por su ciudad.
Suárez estuvo en Barquisimeto, su objetivo fue demostrar cómo es posible lograr pasar de una ciudad no viable a una modelo -progresivamente- y aunque consciente de que los problemas no se acaban del todo, considera que hoy su urbe tiene más capacidades para resolverlos.
-Medellín hace 20 años era la capital de la violencia, estaba devastada porque sus habitantes vendimos el alma por la plata fácil, era estremecedora, en cualquier parte podía estar una bomba, pero tres o cuatro personas se sentaron a pensar en grande y sin miedo, porque cuando se tiene miedo, el cerebro colapsa y cree que nada es posible.
Después de haber conocido Barquisimeto, Suárez declara que esta ciudad tiene todo el potencial para surgir, solo critica la fuga de talentos, por lo que cree que sus gobernantes deben empezar a gestar los líderes que van a representar el anhelado cambio.
Varias premisas maneja el ejecutivo para sacar adelante la ciudad:
-Educación, educación y más educación.
-Tomar la decisión de gastar los recursos en ciencia y tecnología
-Para los niños, en la medida de lo posible, lo mejor.
Genialidades
Para las nuevas generaciones será difícil creer la historia de que la capital antioqueña estaba plagada de problemas y no había ni un oasis de paz.
Pero “el milagro” ocurrió, hoy la capital que arropa a más de cuatro millones de habitantes, ostenta barrios con escaleras eléctricas gigantes, que transformaron la experiencia de vivir en esas zonas de bajos estratos, y ahora se convirtieron en parada obligada para turistas.
Pero antes de esta genialidad, reposaba un verdadero problema: había 12 mil personas que tenían que subir lo equivalente a 28 niveles para poder llegar a sus casas, las calles empinadas hacían imposible que un vehículo transitara en la zona.
No fue a un genio a quien se le ocurrió la idea de las escaleras mecánicas en los barrios, pero sí tuvo muchos señalamientos de “ilógico”, “poco funcional” o “innecesario”, después de todo, sus habitantes estaban acostumbrados a vivir así.
Pero esos mismos detractores, hoy son los mayores usuarios de este sistema de transporte porque entendieron que el recorrido no tenía que durar media hora, cuando podía hacerse en seis minutos y además, están protegidos por un techo.
Las casas de las comunas hoy son auténticas galerías de arte a cielo abierto, fachadas ideales para retratarse y mostrar al Medellín más genuino.
-Si antes a los paisas les avergonzaba vivir en estas zonas de conflicto, hoy exhiben su barrio con orgullo, afianzaron su sentido de pertenencia, ellos son quienes se encargan de mostrarlo a los turistas y de cuidar lo suyo, dice José Ignacio Suárez.
Ésta no ha sido la única solución innovadora para grandes dificultades, el sistema de transporte urbano era fatal, entonces los “inventores” pensaron en que por los aires sería más fácil desplazarse de un lugar a otro, así nació Metrocable, un teleférico que une a sectores populares con el centro de la capital antioqueña y que hoy moviliza a 20.000 personas diariamente.
Otra de las ingeniosas obras de Medellín fue convertir un vertedero de basura en un jardín vertical cuya cúspide es una biblioteca.
La genialidad que trajo Ruta N a la ciudad de Medellín fue posible gracias a las alianzas con las empresas privadas y eso parece urgente en una ciudad como Barquisimeto.
Pacto por la ciudad
Es evidente que Barquisimeto no cuenta con los mismos recursos económicos para lograr afianzar un proceso de modernización en corto plazo, el presupuesto del año 2016 asignado al alcalde Alfredo Ramos fue de 8 millones de dólares, mientras que Medellín tiene 292 millones más.
Pero la concejala y miembro del Consejo Consultivo de la ciudad, Milagros Gómez de Blavia, explica que innovar no sólo se trata de obras e inversiones sino tiene que ver con lograr cambios en la mentalidad de los ciudadanos, promover la recuperación de valores, adueñarse de los espacios públicos y procurar la organización.
Las autoridades municipales se propusieron un reto: suscribir un pacto de co-responsabilidad por la ciudad donde se planteen proyectos de innovación, entre gobierno municipal, empresa privada y sociedad organizada. En enero de 2017 será la firma de dicho pacto.