Un triple homicidio se registró la madrugada de ayer en el sector Tierra Blanca del caserío Palmira de Sanare del municipio Andrés Eloy Blanco. Las víctimas: una mujer y sus dos hijos.
La tranquilidad de un hogar fue interrumpida a la 1:00 de la madrugada de ayer por cuatro sujetos encapuchados que llegaron a una casa de barro en el sector Tierra Blanca, allí tocaron la puerta y Rainer Gerardo Fernández Yépez (22) despertó, se levantó de su cama descalzo, vestía una bermudas beige y estaba sin franela.
Detrás de él caminó su esposa quien tiene 4 meses de embarazo, para ver quien tocaba la puerta a esa hora de la noche. Los sujetos de inmediato agarraron a Rainer lo golpearon preguntándole por su hermano, apuntaron a la mujer quien desesperada trataba de impedir que se lo llevaran. Uno de los hombres alentaba a otro para que le disparara, pero quien andaba al mando dio la orden de que la dejaran tranquila por su estado. “Te salvas porque estás preñada”, dijo un hampón.
Rainer quedó en manos de los encapuchados quienes lo golpeaban fuertemente y lo llevaban por todo el camino de tierra hasta la siguiente vivienda. Rainer no decía nada al respecto, no contestaba preguntas y seguía siendo golpeado hasta que lo hicieron botar sangre por la boca, comentan algunos vecinos.
El señor Gerardo Fernández relata que él estaba durmiendo con su esposa, en la casa además se encontraban dos nietas pequeñas, una de sus hijas y su nieto Rubén Adrián Fernández (25). “Dos hombres entraron a la casa y yo pensé que era Gobierno, les dije que para esto tenían que tener una orden judicial”, comenta el señor Gerardo, quien es un hombre de la tercera edad.
“Las órdenes las doy soy yo”, decía el maleante, a la misma vez que se llevaba la mano al pecho señalándose, explicó el abuelo. De allí sacaron de la cama a su nieto Rubén, quien vestía unas bermudas de blue jeans y también estaba descalzo y sin franela. Observó como en el patio tenían a sus dos nietos de espalda. “Como en un paredón”, dijo el señor, a la vez que contaba que otros dos hombres armados con pistolas los apuntaban a ellos.
Mientras tanto adentro de la casa los hombres seguían buscando y revisando, se apoderaron de todos los teléfonos celulares, de un dinero que tenían producto de una ventas de lechuga, la cual estaban cosechando, además sacaron los papeles de las motocicletas de los jóvenes unas Bera Socialistas, una azul y otra gris.
Al menos 25 minutos estuvieron dentro de la vivienda. El señor Gerardo trataba de calmar a las nietas, su esposa e hija, quienes en medio del llanto y desesperación querían salir de la vivienda, pero dos de los encapuchados los empujaban hacia adentro de la morada.
Trató de impedirlo
Isa Margot Fernández Yépez (41) estaba dormida en el rancho de barro, no sintió cuando se llevaron a Rainer el menor de sus hijos, a los minutos supo y aún en pijama, con un short y una franelilla salió corriendo para casa de sus padres. A medida que se acercaba veía como dos sujetos encapuchados apuntaban a sus hijos, ella comenzó a gritar, suplicaba por ellos.
Se metió hasta donde estaban los hermanos, trató de protegerlos, pero los encapuchados ya estaban listos para disparar y así lo hicieron.
Los pararon en el patio y comenzaron a descargar sus armas contra los dos muchachos y su madre. Puras pistolas usaron los sujetos.
Los tres cuerpos quedaron tendidos uno a lado de otro, y las conchas esparcidas por el patio, se apreciaron más de diez de diversos calibres.
La señora Isa Margot cayó boca abajo, tenía disparos en su cabeza, además se le apreciaron dos por el costado izquierdo. A su lado estaba Rubén, quien quedó de lado, su pierna derecha estaba destrozada por un disparo y en la espalda se le observaron al menos seis impactos. Rainer, la tercera víctima, quedó boca arriba, con un impacto en la cabeza y también en sus piernas. Fueron múltiples las heridas que los cuerpos presentaron.
El señor Gerardo Fernández, comentó que fueron muchos tiros los que se escucharon, allí no les quedó de otra que aferrarse unos a otros, posteriormente escucharon las motos, los encapuchados que inicialmente llegaron en dos motos, se llevaron también la de los hermanos Fernández Yépez.
Después un silencio invadió la zona y cuando salieron vieron la terrible escena. Estaba la madre sin vida, tirada junto a sus dos hijos.
Acabaron con una familia
“Ella se hubiese muerto de igual manera, si quedaba viva”, decían las personas mientras miraban la terrible escena.
El señor Gerardo manifestó que les había comprado unas tierras a sus nietos para que trabajaran y no salieran de la zona. Sembraban lechuga y caraotas, productos que ya estaban vendiendo.
La señora Fernández Yépez, era ama de casa, vocera de la comunidad y querida por todos.
“Ella murió por proteger a sus hijos y qué madre no lo haría”, era otro de los comentarios que se escuchaban.
El 21 de mayo del 2015 había sido asesinado el menor de los hijos de Isa Margot. Su padre comentó que desde aquel día ella no volvió a ser la misma. “Siempre andaba distraída, se le olvidaban las cosas y se entristecía, ella le pegó mucho esa muerte”, comentó el señor Fernández.
La muerte del adolescente de 17 años fue en medio de un sembradío. Junto a él fue asesinado Gilbert de Jesús López Aguilar (25), ese día la dama se mostró bastante afectada, declaró que no durmió esperando a su muchacho que se suponía estaba cuidando unas papas y no le contestaba el teléfono, en aquel momento presintió que algo pasaba, pero no fue sino hasta horas de la mañana que lo localizaron sin vida.
Eran de una banda
Al lugar llegaron comisiones del Cicpc Subdelegación Quíbor, quienes comenzaron con las investigaciones del caso y resguardaron la escena mientras llegaban las comisiones del Eje de Homicidios del Cicpc Lara a realizar el levantamiento de los cuerpos.
Por fuentes policiales se conoció que los hermanos formaban parte de la banda del “Boca Negra”, dicha banda se dedica al robo de vehículos y motocicletas, además de personas.
Los residentes de la zona entre dientes comentaban que eran unos muchachos malas conductas.
Sabuesos continúan investigando sobre este triple homicidio que por segunda vez enluta el hogar de una misma familia.
