“Populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas”(Henry Louis Mencken). El populismo es una política suicida que cuida tanto a los pobres, que los multiplica por doquier. Un populista jamás será culpable de nada: aducirá que todo lo hizo en beneficio del pueblo.
¿Dónde crece el populismo?…En donde prevalece, lamentablemente, la ignorancia y todavía se dan millones de analfabetos, desempleados y esperanzados en recibir “migajas de la mesa de sus dueños ante el fracaso incontestable de la educación».
¿Quiénes la fomentan y cuidan?…Los que llamo “políticuchos” que saben es muy fácil engañar a los indigentes y a los desesperados con promesas que, de antemano, se sabe son imposibles de cumplir.
¿Cómo lo hacen?…Con promesas, en vez de “acciones”, como dice la Constitución de Venezuela: “servir a los ciudadanos(as) y se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento pleno a la ley y al derecho.”
“De 1980 –Viernes Negro- a 1998, los dirigentes que de 1958 a ese fatídica fecha fueron creadores de empleo, honestos, forjadores de juventud, etc… y en su inmensa mayoría “servidores”, se olvidaron de sus obligaciones y apareció el gendarme necesario y, actualmente, con Maduro durante estos últimos 18 años, prometieron erradicar la corrupción; facilitar acceso a las universidades a millones de personas; acabar con la miseria; nivelar la balanza comercial; crear el crecimiento económico. etc, etc, etc…
Prometer, podemos prometer todos: yo prometo, tú prometes, él promete, ellos prometen, nosotros prometemos, sí, pero… yo incumplo, tú incumples, él incumple y todos incumplimos porque no podemos inventar el dinero, no podemos inventar la riqueza, no podemos inventar el bienestar y al final de cuentas es realmente imposible materializar el sueño populista que finalmente acaba en un auténtico desastre, en donde el vendedor de fantasías se convierte en tirano al querer imponer la felicidad y su voluntad a la fuerza. El populismo destruye los valores éticos y sociales de un país y, por lo general, acaba un baño de sangre.
Pido a Dios que esto no suceda en Venezuela. Cuando alguien hace un regalo, alguien lo paga, ese es el caso del populismo chavista que obsequia la gasolina como si no le fuera a costar a nadie, y ¡claro que cuesta!, porque los populistas empiezan a endeudarse para financiar la demagogia, suben los impuestos a los ricos en lugar de multiplicarlos, nacionalizan las empresas supuestamente explotadoras del pueblo, se vacían los anaqueles, huye la inversión extranjera, se destruye la creación de empleos, aparece el desabastecimiento en tiendas y comercios, surge la desesperación social, faltan medicamentos fundamentales, alimentos básicos que se deben importar ante la parálisis industrial que ellos mismos originaron. Se dispara la inflación, se descapitaliza el país, surge la violencia y la delincuencia a niveles insospechados, se imponen controles de precios que conducen a la quiebra al sector productivo, se instala un feroz control de cambios para estimular el mercado negro de divisas y cuando la ruina del país se avecina y las personas empiezan a cazar perros y gatos en las calles para poder alimentarse, entonces el populista acusa a “la mafia del poder”, a “los empresarios hambreadores del pueblo”, al imperialismo yanqui y a los capitalistas degenerados e insaciables de todo lo acontecido y hasta una parte de la Nación a la que se debe aplastar, destruir o encarcelar. Recuerde lo que dijo Chávez “Si no eres chavista no eres venezolano”. Y Maduro lo cumple con el CLAP.
La realidad de un régimen populista es la antesala de la dictadura y ésta la imponen cuando los órganos del poder violan a diario la Constitución. ¿SI o NO?