A un mes de la elección presidencial estadounidense del 8 de noviembre, Hillary Clinton parece encaminarse a hacer historia como la primera mujer presidente, aunque la campaña, imprevisible desde el primer día, no excluya la posibilidad de una sorpresa de último minuto.
En general, Clinton tiene alrededor de tres puntos de ventaja en promedio sobre Donald Trump, de acuerdo a sondeos que excluyen a los otros dos candidatos minoritarios, el ultraconservador Gary Johnson y la ambientalista Jill Stein.
En la docena de estados clave donde la elección muy posiblemente se definirá, Clinton logró importantes avances en las últimas dos semanas, con progresos en Florida, Nevada, Carolina del Norte y Colorado.
A solamente cuatro semanas de las elecciones, la exsecretaria de Estado de 68 años también amplió su ventaja en Pensilvania, aunque el magnate de bienes raíces, de 70 años, parece haber consolidado su liderazgo en Ohio.
Antes del primer debate presidencial, realizado el 26 de septiembre, Clinton y Trump disputaban cabeza a cabeza cada voto, en un virtual empate con una ventaja apenas marginal para la exsecretaria de Estado.
Pero después del desempeño mediocre de Trump en ese debate -y especialmente por su comportamiento después de la discusión- la dinámica se ha invertido.
Su seguidilla de mensajes en Twitter, en el medio de la madrugada, atacando a una ex Miss Universo venezolana, profundizó las dudas sobre su carácter y los cuestionamientos a su capacidad para asumir la Casa Blanca.
Además, la divulgación de extractos de su declaración de impuestos en 1995, que para analistas sugiere que no ha pagado impuestos federales por más de 15 años, abolló todavía más su imagen, aunque él se haya jactado de su inteligencia en usar la legislación a su favor.
Prudencia
En ese escenario, marcado por una carrera en que las ventajas se sitúan dentro del margen de error de los sondeos, los demócratas se mantienen prudentes.
Para garantizar una victoria de Clinton, los demócratas precisan de un enorme caudal electoral.
Sin embargo, la campaña ha estado marcada por acusaciones e insultos, que enfrían el interés de los electores independientes, y de ese modo el espectro de una abstención elevada constituye un riesgo real.
Para motivar a los jóvenes, a las mujeres y a las minorías, el partido movilizó al presidente Barack Obama y a su esposa Michelle, muy populares, al expresidente Bill Clinton, y hasta al carismático senador Bernie Sanders, quien ofreció una dura resistencia a Hillary en la interna partidaria apoyado precisamente por electores con menos de 28 años.
A pesar de su foja de servicios de exsecretaria de Estado y exsenadora, Clinton tiene claras dificultades de entusiasmar al electorado, y poco más de la mitad de los estadounidenses dice tener una opinión negativa de ella.
Sus conocidos lazos con Wall Street y el escándalo por su servidor privado de correos cuando dirigía la diplomacia estadounidense, así como las sospechas por la falta de transparencia de la Fundación Clinton, terminan por reforzar la idea de que no es una persona honesta.
¿Punto sin retorno?
Pero en esta elección tiene por delante un adversario como Trump, un hombre impredecible, aún más detestado por los electores y con una notable propensión a meterse en problemas.
Para Jeanne Zaino, experta del Iona College, Trump «nunca fue capaz de ser constante».
Como ejemplo, tuvo una secuencia de buenas semanas «y se chocó con el caso de la familia Khan», en que trabó una amarga disputa con los padres de un soldado estadounidense musulmán que murió cuando servía en las Fuerzas Armadas.
«Tuvo una secuencia de buenas semanas, y se pone a atacar a un juez hispano. Tuvo una secuencia de buenas semanas y se pone a atacar a una mujer diciéndole que era gorda», recordó en referencia a los comentarios del magnate contra la exmiss Universo venezolana Alicia Machado.
Shapiro se pregunta «¿si Trump es capaz de hacer cualquier cosa para parecer más presidencial? Parece que ya llegó a un punto sin retorno».
En esta campaña, sin embargo, la exestrella de telerrealidad ya mostró también una capacidad de volver al combate en momentos en que sus adversarios lo ven como una carta fuera de la baraja.
Con su estilo abrupto y directo, supo encontrar una retórica que logra expresar la frustración e inquietudes de millones de estadounidenses que, por diversas razones, no confían en la clase política tradicional.
Así, la pregunta es si Trump aún tiene condiciones de recuperarse, usando para ellos los dos debates que todavía se realizarán antes de las elecciones.
«Se torna cada día más difícil», dijo Zaino.