Matthew fue rebajado en la madrugada a huracán de categoría 3, con sus vientos más fuertes — alrededor de 193 kilómetros por hora (120 millas por hora)— apenas frente a la costa mientras la tormenta se desplazaba al norte, amenazando a centenares de miles en Florida, Georgia y Carolina del Sur.
Dos millones de personas recibieron instrucciones de trasladarse tierra adentro para escapar de un golpe potencialmente catastrófico de una tormenta que dejó más de 280 muertos en el Caribe, pero muchas decidieron quedarse encerradas en casa.
Algunas personas que se negaron a evacuar quedaron varadas y pidieron ayuda el viernes por la mañana, pero se les dijo que no se moviesen, en espera de que las condiciones mejorasen lo suficiente para que bomberos y paramédicos pudiesen recogerles, dijo David Waters, portavoz de emergencias del condado Brevard, en Florida.
En Jacksonville, donde 500.000 personas recibieron instrucciones de evacuar, el alcalde Lenny Curry advirtió que las autoridades no podrían ayudarlas durante lo peor de la tormenta.
El viernes por la mañana, el gobernador de Florida Rick Scott dijo que era una «bendición» que el estado no hubiese sufrido hasta el momento un azote directo de la tormenta.
Más de 1,5 millones de personas en Florida recibieron instrucciones de evacuar sus áreas antes de la llegada del huracán, primero de esa fuerza en azotar el estado en 11 años.
El número de viviendas y negocios sin electricidad seguía aumentando cada hora, a medida en que la tormenta se acercaba a la costa. Más de 476.000 usuarios estaban a oscuras para el viernes por la mañana.
A las 1200 GMT, el huracán se desplazaba junto a la costa central de Florida, de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes. Su centro estaba 55 kilómetros (35 millas) al norte-noreste de Cabo Cañaveral y se desplazaba con rumbo norte-noroeste a unos 20 kph (13 mph).