Esta era su página. Lo será siempre, a pesar de que, en la presente edición, no ocupe este espacio el resultado de su incesante teclear con pasión por la pelota larense –desde la de su Carora querida hasta la del Cardenales de su alma- sino que corresponda contar, con mucho dolor, que nos ha dicho adiós.
José Indave Meléndez, periodista oriundo de Carora y nacido el 20 de julio de 1943, falleció este jueves 6 de octubre en Barquisimeto, a sus 73 años de edad, a causa de un infarto y en EL IMPULSO, su casa durante 33 años, entre el 25 de mayo de 1970 y el 5 de febrero de 2003, nos unimos al hondo pesar y tristeza que embarga a su esposa Josefina y sus tres hijos.
El hijo de Feliciano Antonio y Ana María, quinto entre 11 hermanos, ese que nació en la casa que se ubicaba frente a la planta eléctrica de la capital del municipio Torres y ahijado de Pedro Nolasco Álvarez, se llamaba Eduviges José, y entre las ondas hertzianas, las máquinas de escribir e incluso, en su última etapa, frente a una computadora, desbordó siempre pasión, objetividad y disciplina, eso sí, con una serenidad ejemplar, una simpática parsimonia que le hizo ganar el cariño y la admiración de todos. Algunos le apodaban “Terrible”.
Desde aquella primera nota, en 1960, cuando cansado de otros oficios y empeñado en su sueño de ser periodista de deportes, se animó a escribir sobre la pelota tradicional de su municipio para el Diario de Carora, fue mensajero y aprendiz de tipografía, llegó a entrevistar a la automovilista Carmen Guevara “Doña Bárbara” y a compartir en radio con Pepín Martínez Hidalgo en el “Meridiano Deportivo”.
Transistor 610 –luego Radio Cristal- fue otro espacio para trabajar. El Informador también fue parada previa a su entrada a EL IMPULSO como redactor de educación y sucesos, antes de aterrizar en su verdadera pasión, ya como miembro de la antigua Asociación Venezolana de Periodistas (AVP).
El antiguo monaguillo era de pluma avezada y comenzó a acumular premios como la Orden al Mérito al Trabajo en su tercera clase, recibida en Miraflores en 1979, el Premio Regional Ramón Orellana, la Mención al Premio Nacional de Periodismo del IND en 1982, el de Fundasab en 1993 (Eligio Macías Mujica) o el Municipal (Rodrigo Riera) en 1996, así como el Agustín Oropeza en Carora.
Aficionado a la serie televisiva “El Zorro” en sus ratos libres, hombre de rigor en lo religioso, respetuoso y muy culto. Estuvo a las órdenes de Luis Rodríguez Moreno, Alfonso Saer, Rubén Mijares, Orlando Peñaloza y Frank Depablos Useche y compartió con distintas generaciones de grandes periodistas de la región, siempre presto a enseñar y ayudar.
De aquella “Tinta que no Mancha”, como se llamó su espacio para la opinión, y de aquella reflexión suya (“el periodismo acorta la vida según los científicos”), lo único que podemos decirle, señor Indave, como tantos le llamamos al verle sonriente a la espera de alguna entrevista -de sombrero y camisa manga larga- en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez, es que nos honra considerarle un pilar de tinta indeleble, de esa que no mancha y para siempre permanece, más allá de una corta o una larga existencia. Adiós y gracias por tanto, en esta, su página.