Como un incesante martirio fue descrita, por algunos familiares de los privados de libertad que se encuentran en los calabozos de la Policía del estado Lara, la situación en materia alimentaria por la que atraviesan los reos, como también quienes quedan a cargo de llevarle comida a los mismos.
Varios han sido los reportes del estado de delgadez que presentan algunos de los reclusos. Los allegados, por su parte, sostienen gastar un dineral para poder llevar alimento a sus seres queridos, pues si no lo hacen, no comen.
Carmen Colmenárez es una madre y esposa comprometida, que, cuando puede, se presenta en el Comando General de Polilara para llevarle algo de comida a su pareja José Torrealba, quien tiene dos años recluido por robo agravado.
La semana pasada fue solo el viernes. En la que transcurre espera ir tres veces, pero todo depende de lo que pueda conseguir y el dinero con el que disponga.
“Si las cosas están difíciles aquí, imagínese allá adentro”, expresó.
El agua, manifestó, es la mejor aliada de Torrealba para apaciguar el hambre.
“Yo le traigo lo que pueda (…) Él toma agua, y bastante”, se lamentó la señora, al mismo tiempo en el que agregó que las verduras, hortalizas y frutas son los productos que consigue para que el padre de sus hijos cocine tras las rejas y pueda comer algo.
Para ello debe desembolsar, casi de manera semanal, alrededor de 8 mil bolívares. También implica un gasto importante el traslado.
“Tengo que agarrar cuatro carros, saque cuenta”.
Pidió la intervención de la Defensoría del Pueblo y del Ministerio Público para que garanticen el derecho a la alimentación de los presos.
Deben compartir con quien no tiene
Quienes pueden ir con más frecuencia para facilitar alimentos a sus allegados, se quejan porque los reclusos se ven obligados a compartir la comida con sus compañeros, al menos con los que no tienen quien vele por ellos.
“A veces come una sola vez al día porque lo que le traemos tiene que compartirlo con otros. Son muchos a los que no les traen nada. No deja morir a los amigos”, explicó Carmen Vargas, madre de Weeks Sosa Báez.
Al igual que Colmenárez, Vargas apuntó que la verdura es lo más accesible para facilitarle a su pariente. A veces, opta por la masa de maíz, la cual les dura un solo día porque no cuentan con refrigeración para mantenerla.
Arroz, auyama, yuca, plátano, pasta y otros rubros de fácil acceso se traducen en el menú diario de los internos provilegiados.
Se les garantiza la comida
El director de la Policía del estado Lara, Luis Rodríguez, aseveró que a lo más de 1.500 privados de libertad que están bajo la responsabilidad del cuerpo de seguridad regional, se le suministran las tres comidas diarias o dos en el peor de los casos.
Contrariando lo expuesto por los familiares de los procesados, reiteró el menú diario y “balanceado” de los reos está conformado por carnes blancas, carnes rojas, pescado, granos, pastas y verduras, gracias al presupuesto asignado por la Gobernación del estado Lara para ello.
“De Fundalara y otros centros vienen (al Comando General) todos los días a buscar la comida de ellos (los presos)”, esbozó.