El estrés es un estado de cansancio mental producido cuando nuestro cuerpo es exigido a dar más de su rendimiento habitual. Esta se puede presentar de dos maneras: emocional o corporal. La ansiedad, el miedo o caer en estado de confusión son un claro ejemplo de cómo se presenta el estrés en nuestras emociones. Por otro lado, los dolores de cabeza, espalda y cuello, fatiga o tener los músculos contraídos son unas de las tantas señales que nos indica que podemos estar estresados.
Así como afecta en nuestro rendimiento físico y emocional, también está presente en nuestra alimentación. Llevar un estilo de vida acelerado, el cual no te permita tener una alimentación balanceada, es fatal para nuestra nutrición. Nuestro metabolismo se altera produciendo efectos negativos en el cuerpo. Una de ellas es la disminución de defensas, volviéndonos más vulnerables a contraer enfermedades.
Al no tener una rutina diaria de alimentación adecuada, se pone a nuestro cuerpo en un estado de estrés tanto físico como mental. Pasar muchas horas sin comer conduce a hábitos que no son saludables para el rendimiento de nuestro organismo. A su vez, existen otras casos donde el individuo a causa del estrés come en exceso.
La ansiedad provocada por el estrés puede hacer que el individuo tenga la tendencia de comer compulsivamente. Produciendo cambios en nuestro metabolismo, causando la obesidad. Por otro lado, hay personas que al sentirse estresadas dejan de comer porque la comida les produce repugnancia.