Este artículo lo escribimos al regresar del Aeropuerto Jacinto Lara, luego de despedir a otro de mis hijos, el cual decidió incorporarse al exilio voluntario que conforma esa enorme legión de jóvenes venezolanos que han decidido emigrar.
Se trata de una decisión nada fácil y muy personal, después de esforzarse en alcanzar una sólida formación académica y profesional, incluidos postgrados y cursos de especialización, luego deben afrontar una triste realidad, la carencia de fuentes de trabajo, que permita el feliz desarrollo de la profesión.
Otro factor a considerar tiene que ver con las limitaciones técnicas, tecnológicas y de equipos adecuados que muestran las escasas empresas que aún están activas, aunado a la creciente inseguridad, la carencia de transporte adecuado y la voraz tasa de inflación, que consume el salario y demás beneficios sociales de los trabajadores.
Toda esta lamentable situación ha sido originada por la serie de políticas erradas aplicadas por el actual régimen comunista, lo cual ha acabado con el aparato productivo, promovido el cierre de numerosas empresas, extinguido la inversión extranjera, cercenando de esta manera la oferta de empleos dignos, y bien remunerados, que garanticen un futuro cierto.
Ante este escenario tan deplorable, a nuestros jóvenes, que constituyen el futuro del país, no les queda alternativa que emigrar, en la búsqueda de labrarse un futuro mejor, recobrar la calidad de vida que otrora tuvimos, donde puedan tener acceso a consolidar la estabilidad económica de la familia, además de crecer y ascender profesionalmente.
No obstante, somos los padres quienes debemos soportar la peor parte de todo esto, al tener que privarnos del disfrute de la presencia física de hijos y nietos; pero en hora tan triste nos reconforta pensar que luego tendremos la satisfacción de haberlos salvado del tormento de vivir la pesadilla que representa esta dictadura comunista, que ha castrado el presente y el futuro a nuestra juventud.
Por otra parte, el esfuerzo realizado en la formación moral e intelectual de nuestra descendencia en estos momentos no tiene espacios aptos para su desarrollo, puesto que nos encontramos en un país arruinado en lo económico, con altos niveles de pobreza, con un mediocre sistema educativo, con un total desabastecimiento de alimentos y medicinas, y gobernado por una camarilla de civiles y militares ineptos, corruptos e incapaces.
De tal manera que nuestra tarea inmediata es dedicarnos a tiempo completo a aportar nuestro modesto «granito» de arena, en la búsqueda de encontrar por la vía pacífica, democrática y constitucional, la salida al tan anhelado cambio de este oprobioso, agotado y corrupto régimen comunista, y así comenzar a restituir la libertad, la democracia, la seguridad, la confianza, el abastecimiento y tantas otras carencias.
En conclusión, si logramos rescatar y reconstruir el país deseado, aquel donde vivíamos cuando «éramos felices y no lo sabíamos», estaríamos conformando el escenario adecuado para el posible regreso de nuestros exiliados voluntarios y sus proles; finalmente una reflexión para recomponer nuestro alicaído espíritu: “Es preferible llorar a nuestros muchachos en los aeropuertos y no en los camposantos”. Valor y pa´lante.