La mayoría de los asalariados pasaron a formar parte de la población pobre del país. Es decir 70% de los trabajadores en Venezuela percibe ingresos por debajo de 3 salarios mínimo, de modo que 3 de cada 4 trabajadores no perciben ingresos suficientes para cubrir ni siquiera la alimentación de la familia.
El pronunciamiento fue realizado por José Antonio García, representante de la central de Trabajadores Únete, quien indicó que la situación económica actual acabó con la capacidad de compra de los ciudadanos.
Según la organización sindical, la población trabajadora está distribuida entre la labor universitaria, magisterio, empleados públicos, organismo policial, obreros, trabajadores del sector comercio, trasporte y servicio, en su mayoría, en una sociedad donde comer supera el ingreso de estos grupos de trabajadores.
«Entre el año 2000 hasta el 2013, los ingresos de la clase trabajadora, aunado a otras políticas sociales, permitieron sacar de la pobreza a más del 30% de población venezolana llevando a la mayoría de las familias asalariadas a formar parte de la clase media. Sin embargo, este panorama cambió los dos últimos años al pulverizar a tal nivel el poder adquisitivo que millones de familias cayeron en pobreza», dijo.
Aseguró que falta muy poco para que la clase media desaparezca en su totalidad.
“En Venezuela, la clase media trabajadora casi desaparece y ahora forma parte de la clase pobre, segmento de la población que supera el 70%. Vivir de un salario en el país es tener una vida de carencias y limitaciones”, sostuvo.
El vocero de Unete también indicó que, debido al incremento de la pobreza en el país, en las viviendas de la clase trabajadora se ha deteriorado su habitabilidad (servicios, higiene, confort) y seguridad conforme a las más esenciales normas urbanísticas.
Finalmente García detalló que ahora es común que las viviendas tengan tomacorrientes y tuberías dañadas, llaves de aguas goteando, cuartos sin bombillos, paredes sin pintura, puertas sin cerraduras, a consecuencia de la falta de ingresos familiares para su reparación o mantenimiento.
“Este drama social ya no solo es exclusivo de las barriadas, sino que se ha extendido a las urbanizaciones”, concluyó.