Para la MUD no hay dilema

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Escribo el viernes 23 de septiembre. Son las 7 de la mañana. La noche anterior terminé embotado tras leer mensajes en Twitter en los que el gran enemigo de los cambios democráticos parecía ser la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y no el régimen que encabeza Nicolás Maduro. También leí unos cuantos artículos planteados en términos dilemáticos, como si la alternativa democrática venezolana tuviese que escoger entre una cosa u otra.

¿Aceptar o no aceptar las condiciones impuestas por el Consejo Nacional Electoral para la recolección del 20 por ciento de voluntades a favor de revocarle el mandato a Nicolás Maduro? He allí el dilema. Cómo si no fuese posible, políticamente, acudir a refrendar masivamente el deseo de cambio y en ese mismo acto cuestionar al CNE.

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El chavismo acabó con los tonos grises en la política y el periodismo ha reproducido una mirada maniquea, como si en la vida social y política de un país sólo hubiese A ó B. La gran mayoría de opositores a la MUD terminan apelando a la descalificación y al insulto, con lo cual reproducen precisamente el patrón chavista de hacer política.

Creo, al contrario de lo que dicen tales textos, que para la MUD no hay dilema, tiene que seguir en la ruta electoral mientras haya así sea una rendija para la lucha electoral. La MUD precisamente se creó y logró consolidarse como una opción luego del grave error de no concurrir a las elecciones parlamentarias de 2005. Estrategia fallida que estuvo precedida de otra acción igualmente errónea como fue no reconocer el triunfo de Hugo Chávez en el referendo de 2004.

En mi opinión, la MUD no fue creada para reproducir aquellos errores de estrategia política, sino al contrario para darle respuesta. La MUD no fue creada para salirse de la cancha del juego político, sino para jugar en dicha cancha a sabiendas que la cancha, como dicen los expertos en sistema electoral, está totalmente inclinada para favorecer a los que están en el poder.
La gran victoria electoral del 6 de diciembre fue sonora a nivel nacional e internacional porque luego de todos los obstáculos previos y del abuso de poder flagrante que envolvió a dichos comicios, el venezolano se mostró mayoritariamente a favor del cambio. De eso se trata esto. No sólo de ganar elecciones, sino de hacerlo cuando las condiciones son adversas. Esa es precisamente una constante en el desmontaje democrático y electoral de los regímenes autoritarios.

Si usted cree que habrá una salida mágica puede buscar otro artículo de opinión, no es esto lo que debe leer.

Debo aclarar algo que no tengo ninguna relación con la MUD, escribo de forma independiente como venezolano que cree en el cambio, pero que también asume que el camino que debemos recorrer como sociedad es tan importante como el resultado que se alcance.

De acuerdo con los últimos estudios de opinión, ya cerca de un 80 por ciento de venezolanos cree que la opción de cambio es el referendo revocatorio. Yo creo que la MUD debe convocar masivamente a los venezolanos a que ese sentimiento se haga presente en las calles, que el referendo no sea de la MUD sino genuinamente del pueblo.

No estamos en un lucha constitucional, sino política. Estamos en el momento de evidenciar que la mayoría de venezolanos quiere el cambio y que apuesta a ello a pesar de todas las trabas y dificultades.

Si usted se pregunta qué debe hacer la MUD le diría que de todo: denunciar internacionalmente los obstáculos para que se exprese la voz popular, mantener a los venezolanos activados y en la calle, plantarse ante el CNE para cuestionar su parcialidad, pero al mismo tiempo repletar los centros de votación a fines de octubre. Se trata de mantener viva la llama del cambio. La estrategia del régimen es clara. Busca dividir, desmoralizar, desmotivar.

Escribo sin saber qué cosas anunciará la MUD el lunes 26 de septiembre, pero espero no equivocarme al decir que se mantendrán en el terreno de la lucha democrática y pacífica.
Y la máxima que hizo famoso en el béisbol, entre otras cosas a Yogi Berra, también se aplica a la política: el juego no se acaba hasta que termina. No creo que el juego se haya acabado, no aún.

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