En los últimos tiempos hemos observado con preocupación, como de manera sistemática se ha venido dejando de lado el periodismo interpretativo y de investigación, siendo sustituido el mismo por un manejo mediático de la información por parte de los diferentes medios de comunicación.
Es así como cada vez nos encontramos con un manejo un tanto superficial o sesgado de la información y poco a poco han ido despareciendo los primordiales principios, que debe contener una noticia o reportaje informativo: como, cuando, donde, quien, porque, y se aborda con mucha ligereza las razones, motivos y conclusiones que conforman la misma.
Cada vez está más ausente la opinión del periodista y la consulta a las fuentes confiables ha sido sustituida por comentarios de segunda mano, que en la mayoría de los casos carecen de los suficientes elementos de juicio, que si poseen las fuentes naturales.
Por otra parte, se observa una participación muy escasa o casi desapercibida de las comunidades, a cuyas denuncias y carencias a veces se les da muy poca cobertura y menos un seguimiento, una de las condiciones contenidas en el periodismo interpretativo.
Es oportuno indicar, que este comportamiento se produce tanto en los medios impresos, radioeléctricos y audiovisuales, a lo cual deberíamos agregarle, una especie de filtro o autocensura que existe en las direcciones de redacción de algunos de estos medios, en cuyo seno se decide, cuales noticias se dan a conocer y cuando otras no, y hasta son mutiladas algunas de ellas.
Hay otro factor que también gravita sobre el libre espacio del periodismo y es el componente político, el cual se hace presente de acuerdo al estilo del gobierno de turno, su sensibilidad a la crítica o su tendencia a ejercer presión disimulada sobre la libertad de expresión.
Es así como en algunos países, a pesar de señalar expresamente en sus constituciones la garantía al ejercicio a la libertad de prensa, en la práctica no sucede así, y se realizan medidas de presión a través de la implementación de leyes que regulen el libre ejercicio o aplicando intimidación hacia aquellos medios independientes o de tendencia oposicionista.
Así también, debemos referirnos a la tendencia perniciosa de algunos comunicadores sociales de convertir sus columnas o programas de opinión en una especie de arcas caudinas, por donde deben pasar bajo condiciones humillantes la temática, a fin de poder dar rienda suelta a su avaricia o vedetismo, alterando de manera aberrante lo que debe ser el comportamiento ético del periodista.
Por último, se debe tener la suficiente formación ética y profesional para servir como intermediarios válidos entre los medios de comunicación y las comunidades y además, servir como vehículos conductores para conseguir las reivindicaciones sociales y la justicia bien aplicada en los casos en que esta se vea alterada por decisiones complacientes o carentes de probidad. Valor y Pa´lante.