Algunos de los lectores de mis artículos me han sugerido que siga escribiendo en positivo lo que normalmente se comenta en la sociedad venezolana sobre la pérdida de valores, en el manejo de esa realidad nacional que hoy afecta a lo económico, político, social, religioso.
En una oportunidad, interpretando la realidad del momento, cuando nuestro Libertador Simón Bolívar expreso: “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”, plasmaba que buenas costumbres y educación para la convivencia pacífica y el trabajo productivo, era lo que permitía el desarrollo de la población venezolana y como hecho cierto hacer un país de primera que garantizara el máximo de felicidad.
Cuando se tiene que hablar de pérdida de valores, significa el relajamiento y aprecio de los valores éticos y la consecuente destrucción de los parámetros indispensables para la vida privada y pública, conducta que en ocasiones se pone en peligro por el avance de la inmoralidad, y se perciben agresiones contra la persona, la familia y la sociedad.
Si nuestro mal actual es la pérdida de valores aceptemos el refrán “no hay mal que por bien no venga”. Con el conocimiento de nuestros males, cambiemos el proceder para el bien, puesto que siempre serán mas los hombres del bien; como lo fue mi gran amigo Don Adolfo Álvarez Perera, por quien sentí un gran respeto y admiración, por tener nobles cualidades humanas al servicio de quien lo requiriera. Jamás distinguió quién es quién o quién es usted a la hora de servirle; doy fe de las acciones de Adolfo. Yo fui testigo de que era un servidor silencioso, y por ello mi admiración y el gozo que sentía cuando con sus sabias palabras podía solucionar un problema, con palabras como estas: “Mano Ger mientras ms uno da, como que la vaina más crece». Cosas de Dios, le contestaba yo. Su vida fue acrisolada. Se fue liviano de equipaje pero un cargamento inmenso de su buen vivir en esta tierra.
Puedo escribir mucho de Adolfo, porque fueron muchos los años que compartimos en los gremios y en el partido del pueblo, al que le fue leal hasta el momento de ir a su última morada. Expresó en varias oportunidades: “Pa’ dónde vamos a coger, mano Ger, de que volvemos, volvemos”; muchas tristeza por la desaparición física de este gran hombre, también estoy triste y me uno a todos sus familiares en este dolor que causa la desaparición de un ser querido. Adolfo amaba a las personas, no las utilizaba, y utilizaba las cosas mas no las amaba.
Ahora más que nuca el campo es la solución, unidos todos por el éxito y el crecimiento de la familia ganadera (Fedenaga).
Jose Gerardo Mendoza Durán
