A los venezolanos que visitan la plaza Simón Bolívar en Washington DC, Estados Unidos, literalmente se les arruga el corazón, y es que este espacio, como la magnífica estatua del hombre que libertó seis naciones, sucumbe ante la mirada desidiosa de las autoridades venezolanas, cuya legación diplomática se encuentra a pocas cuadras del abandonado lugar.
Pareciera que en la capital estadounidense no existiera una embajada venezolana que bien pudiera pronunciarse sobre la marcada ruina, tanto de la referida plaza como de la estatua, toda vez tiene varios años en progresivo deterioro.
“La plaza, reconocida como Simón Bolívar, está ligeramente descuidada”, increpó el dirigente venezolano, Elcar Rivero, miembro del Comité de Exiliados Políticos en Washington DC.
Haciendo un recorrido por el sitio, expresó su preocupación por el estado calamitoso del monumento, describiendo que las enormes baldosas de mármol negro fueron retiradas luego de sufrir separaciones y hasta rupturas, otras están sujetadas por fajas que evitan que se terminen de desplomar. La estatua luce sucia y denota abandono, así como el pedestal, el piso de la plaza y la poca jardinería que sobrevive a la indolencia.
Rivero criticó con dureza al gobierno venezolano y su representación en Washington, alegando que “mientras en la embajada venezolana se hacen los sordos y mudos ante la triste situación de la plaza de Simón Bolívar y su estatua, a finales de 2015, el Servicio de Parques Nacionales (NPS) en sus siglas en inglés, acordó la restauración total del lugar y de su estatua, restauración que iniciará para otoño de 2016.
Su historia
La estatua ecuestre de Simón Bolívar, fue un regalo de Venezuela a EEUU como un gesto de buena voluntad. En 1957 la Comisión de Artes le asignó una parcela entre la Avenida Virginia y la calle 18th, en el corazón Washington DC.
La estatua de bronce esculpida por Félix W. de Weldon, de 8 toneladas de peso y 7.3 metros de alto, fue colocada en su pedestal en diciembre de 1957, e inaugurada el 27 de febrero de 1959.