¿Qué ha significado esta Asamblea Nacional? ¿Qué valor tiene para nosotros los venezolanos? Hace poco me invitaron a un foro dirigido a evaluar el desempeño de nuestro parlamento nacional, en el primer semestre de su ejercicio. Me parece útil como tarea ciudadana y preferí enfocarlo desde la perspectiva de su significado y su valor, pues solemos pasar por alto esos detalles, consumidos en una cotidianidad que nos acosa con el reclamo de las necesidades más elementales, como comer o curarnos, sobrevivir, trabajar o subir cada mañana la Santamaría de un negocio pequeño, mediano o grande, cada vez más un acto de heroísmo.
El 6 de diciembre los ciudadanos alcanzamos un logro enorme, con dimensiones de proeza. Fruto de la Unidad que viene desarrollándose exitosamente desde 2009 y que cambió las cosas en la política venezolana. Gracias a la coherencia política, estratégica, programática, ante la cual debemos ser siempre inconformes y exigentes, para que se supere. Y a un mensaje incluyente que llegó a todos.
La nueva Asamblea con mayoría unitaria, trajo al hemiciclo los problemas de la vida real. Esos que la vieja asamblea amarrada a los intereses de un grupito, se negaba a reconocer y, por supuesto, a tratar. La escasez y las colas, los medicamentos que no se consiguen, la indefensión de la sociedad ante la violencia delictiva impune. Los trajo en la representación, a través de la denuncia y el debate político de diagnóstico y proposiciones. En la legislación, a través de iniciativas de importancia social y económica. Y en el control, elemento importantísimo, porque la mayor parte de las competencias constitucionales del parlamento son contraloras, y uno de los daños mayores que la irresponsabilidad de quienes controlaron durante quince años el Capitolio causó a Venezuela, fue dejar fuera de control a un poder desbocado.
El contexto en el cual esta Asamblea hace su trabajo no es cualquier cosa. Es el que se esperaba, solo que mucho peor y en trance de empeorar cada vez más, pues los responsables no saben, no pueden o no quieren rectificar. La crisis se expande y se profundiza, no hay venezolano que no sea impactado por ella. Las demandas represadas tocan a la puerta del hemiciclo con desesperación, buscando ser atendidas. Y se ha acelerado la crisis de gobernabilidad, en lo político y lo económico-social, con lo cual el cambio de gobierno se torna prioridad social.
La situación de hoy sería muy distinta sin ese triunfo histórico de los venezolanos el 6 de diciembre. Ese es su valor: situó a la realidad en el centro de la atención nacional. Ya no puede ignorársela. Y su significado es que el pueblo, con el arma constitucional de su voto, puede protagonizar grandes cambios en paz. Cada vez que haga falta, recordémoslo. Sobre todo en estos tiempos decisivos.