Nuevamente, la Universidad Nacional Abierta (UNA), fue visitada por los malhechores que de a poco han dejado el recinto académico en precarias condiciones para cumplir su función: educar.
A las 2 de la tarde de ayer, hora de apertura de la estructura para el ingreso del personal laboral y los estudiantes las puertas permanecieron cerradas y solo se permitió la entrada a los docentes porque la coordinación se percató de que faltaban algunos equipos.
Aparentemente, durante el periodo vacacional comprendido entre julio y septiembre, hurtaron los compresores de aires acondicionados que quedaban operativos en la sala de computación y en el área de evaluación, cinco monitores, dos CPU y ventiladores.
Por medidas de seguridad y para evitar entorpecer el trabajo de investigación de la policía científica, según explicó brevemente la coordinadora del centro local, Yeomar Escalona, se limitó el acceso la tarde de ayer.
Lo sucedido no es inusual para quienes laboran en la institución de educación superior. Antes, en julio del año pasado se llevaron las tuberías y compresores de los aires acondicionados de las oficinas donde los profesores daban las asesorías.
La estructura donde funciona la UNA no tiene ventanas. Por la imposibilidad de dar clases en esas condiciones, desde entonces, los 1.722 estudiantes allí matriculados deben recibir sus asesorías con los 39 docentes asesores en el sótano, el único espacio con aire acondicionado disponible.
Aunque no todos los alumnos ven clases al mismo tiempo, sí se combinan en el mismo espacio los cursantes de todas las carreras. Por lo cual, se dificulta el trabajo.
La representante de la Asociación del Personal Académico de la UNA, Beatriz Vásquez, apuntó las desventajas acarreadas por los constantes hurtos y la demora de las autoridades de solventar la falta de equipos. Algunos docentes asesores, dijo, están padeciendo problemas de la tensión por las altas temperaturas que se sienten en la mayor parte del edificio.
Vásquez, acompañada del representante del personal administrativo, Luis Rodríguez, y el delegado de los obreros, René Camacho, se quejó de que hayan transcurrido ocho meses desde que el vicerrector académico, Arnoldo Escalona, comunicó que se solventaría la falta de equipos para enfriar las oficinas, pero todavía siguen en la misma situación y peor ahora con el reciente hurto.