Marlene:
La suma de los años no limita el entusiasmo por vivir, tampoco la alegría de tener sueños hasta el final.
A pesar del paso del tiempo mientras haya vida y alicientes, las ilusiones seguirán bullendo y en la tierra labrantía del corazón seguirá creciendo la fértil esperanza que nutre el ámbito vital de cada día.
Para no cansarnos de esperar, programamos y soñamos defendiendo la flor misteriosa que es la vida en la inmensidad de un mundo lleno de barreras. La vida es un motivo y una razón, es inspiración, apego a casi todo; amamos la familia, los hijos y la tierra en que vivimos.
Mantener la vida a flotes es la eterna lucha del hombre que ha aprendido a cantarle a las penas y al hastío, al olvido y al placer, escapes que también tienen su tiempo de vencimiento, hasta que un día empiezan a enfriarse nuestros lotos en la vieja laguna de los ensueños.
En las arrugas de su tronco las sequoias protegen su vida aunque tengan muchos años; reverdecen fuertes, firmes y erguidas como las palmeras que no se caen fácilmente, a pesar del azote de huracanes y grandes tempestades.
La vida es lo que hayamos hecho de ella: Algunos se quedarán muy solos en su elegido sendero, tristes y resecos, extinguiéndose en un rincón como pavesas, sin un amigo ni tampoco la voluntad de mantenerse acompañado; otros habrán aprendido a levantarse en el amanecer del verano en que soñaron, sembraron y se sentaron tranquilos a ver crecer sus siembras y cultivos; ellos supieron disfrutar con alegría el goce del árbol de la vida, amaron en los intensos días del verano, recogiendo luego los frutos y esencias de su huerto. Entraron al otoño tejiendo sus sueños azules envueltos en el fino tul de la experiencia. Con un girasol en el pecho haciendo juego al crepúsculo de su tarde encarnada, escucharon entre trinos el anuncio de la llegada del invierno en el que como los pinos al calor del afecto, podrán aguantar las intemperies de la nieve de los años.
Las flores y su encantadora presencia nos dan lecciones: La ciruela nos muestra lo que con inteligencia se puede hacer, la orquídea es la flor de la meditación, el crisantemo representa la sencillez y la alegría, el loto invita a la espiritualidad, la pasionaria es la reina del amor carnal, el bambú representa el encanto de los seres humanos, las flores de otoño la sabiduría que en hojas y flores vamos esparciendo sobre el camino de la vida.
Estamos llenos de reminiscencias, la esperanza que brota como flor en los jardines sigue siendo aurora amamantada por el dulce Hosanna del amanecer; el corazón lucha y resiste sus congojas, hay momentos en los que el alma se nos empapa de soledades, otros en los que nos sentimos capaces de tocar las mil estrellas escondidas, mientras el tiempo nos arruga la piel, seguiremos recogiendo pétalos de luz en los riachuelos del recuerdo.
El sol seguirá en su ruta eterna, la luna con su ropaje de plata alumbrando los maizales, el mundo seguirá cantando y las pasiones estrujando el corazón como copos de algodón.
Después del tiempo, en una fecha cualquiera nos iremos por los recodos del silencio cargando nuestras ánforas llenas de pesares o de mil satisfacciones.
Mientras escuchamos acercarse el rugir de la tormenta de los años, sigamos persiguiendo alegres las calladas luces de la aurora, recojamos las flores de la esperanza del estío que atrás tuvimos que dejar. Levantemos hoy la copa por los años que cumples y porque los venideros no pesen más que tus magnas alegrías.