Que la harina de maíz sea indispensable para algunas personas es normal, dada la costumbre de los venezolanos de comer arepa. Pero la urgencia por conseguir alimentos es tal que los barquisimetanos ahora encuentran esencial para sus alacenas un kilo de harina de trigo, esa que antes solo era elemental para los reposteros.
Ayer, un grupo de mujeres que hacían fila en la parte externa de un supermercado ubicado en Cabudare se aferraban a la idea de entrar para poder comprar el paquete de harina.
Le daban más importancia a este artículo que al cargamento de pasta que llegó a las 3 de la tarde. Karla Nava una de las madres pertenecientes al grupo de los rezagados alegó que si podía adquirir la harina de trigo podría utilizarla para hacer arepas dulces, por la falta de harina de maíz, o panquecas para alimentar a sus hijos. Otras personas, dijo, las llevan para hacer trueques con personas dedicadas a cocinar postres.
Quienes estaban cerca de ella asintieron sin dudarlo. Aunque la espera continuó sin violencia, los clientes se quejaron de que los empleados de los locales cercanos al supermercado entraban a comprar sin hacer la fila más de una vez, mientras que los rezagados que aguardaban desde las 11 de la mañana hasta las 4 de tarde no habían logrado pasar.