Barquisimeto cumplió 464 años de fundada hace más de cien días. Entre el 15 y el 20 de mayo de 1552 fue fundada. Así lo determinó una exhaustiva investigación realizada por el hermano Nectario María en el Archivo General de Indias y en diversos países, la cual consignó en 1952 ante la Academia Nacional de Historia –presidida para entonces por el tocuyano Carlos Felice Cardot- y la propia Gobernación del Estado, quienes hicieron caso omiso y optaron por celebrar entre el 12 al 14 de septiembre como fecha de su fundación.
Desde el cuatricentenario de la ciudad se viene celebrando este día como el de su fundación.
El 14 de septiembre de 1552 se repartieron las Encomiendas: las tierras, los aborígenes y se deslindó el territorio. Ese día tuvo lugar el acto más vil del colonialismo y eso celebramos erradamente.
En 1952, año en que conmemoraban los 400 años de la fundación de Nueva Segovia de Barquisimeto se ejecutaron y comenzaron a realizarse importantes obras públicas que marcaron la faz de la ciudad: se inauguró el Obelisco, el hotel Nueva Segovia; comenzó la construcción del Hospital Central; de la avenida Vargas, entre otras.
De entonces viene el error, no sé si producto del servilismo o de un exabrupto que gorjea sobre nuestro sentido común. Una ciudad: ¡la capital del estado! nada más, tiene 64 años con las cortinas cerradas. La celebración contemplará un festín de medallas y condecoraciones; sin aceras, con parques y plazas de artificio, fachadas pintarrajeadas que ocultan grandes cráteres.
El año que celebrábamos el cuatricentenario se comenzaba a sembrar parchita y melón en la Colonia Agrícola de Turén, cultivos tan comunes que muchos creen naturales. Igual sucede con las fechas. Nuestra duda tiene la edad de la parchita, del melón.
El hermano Nectario María fue fundador de la congregación lasallista; del Centro de Historia Larense, taxidermista, paleontólogo, cartógrafo; autor de más de cien libros y deificador del culto mariano en el país.
En 1925 publicó Los milagros de la Divina Pastora, opúsculo en formato 32 de enorme éxito y que conculcaría el devocionario local y construiría la historia tal la conocemos.
Elevó al presbítero José Macario Yépez al rango de mártir. Su influencia fue tal, que la primera película realizada en Barquisimeto por el duaqueño Amábilis Cordero en 1928, daría vida a la fábula escrita por Nectario, puesto que el guión de la película muda, se inspiraba en su libro y vivificó el milagro que cada 14 de enero reúne millones de almas.
José Macario Yépez se opuso a la abolición de la esclavitud y la educación libre. En 1854, fue señalado de instigar el asesinato del gobernador Martín María Aguinagalde por las reformas liberales que ejecutó. De no haber muerto de tifus, rodeado de imágenes de su iglesia, habría purgado cárcel por sus delitos.
La memoria del hermano Nectario María, Luis Pratlong Bonicel, su nombre de pila, no puede quedar para nombrar una avenida; urge reivindicar su legado, difundir su obra científica, cartográfica e histórica que daría luz a las aulas de nuestras escuelas y colegios, y a la vez nos reivindicaríamos nosotros mismos como sociedad: tendríamos otra versión del origen, imprescindible en momentos de intolerancia. Al margen de las desavenencias que enfrentaremos con muchas de sus visiones, encontraremos la acuciosidad del científico en las disciplinas señaladas
Amábilis Cordero, monaguillo y pianoforte de la iglesia San Juan Bautista de Duaca, buscó actores entre su mirada; construyó cámaras; escenografías y su obra es pionera de la cultura; señala la inventiva y capacidad de domesticar técnicas del larense.
Nectario y Amábilis coincidieron también en el imán que ejercía la imagen sobre las multitudes: primorosas fotografías de Santa Rosa y las catedrales del centro de Barquisimeto ilustrarían el proyecto de una segunda edición de Los milagros de la Divina Pastora, que no llegó a editarse y se conserva en los archivos de la Sociedad de la Divina Pastora local, que se apresta a celebrar su 130 aniversario.
Más que el origen o el destino, conservar mitos resulta cómodo y seguro. Mejor llamar a la plaza Amábilis y a la calle Nectario. Cordero inventó los atardeceres, imprescindibles y deslumbrantes en blanco y negro, a la manera del originario cine mejicano que muere cada tarde con el paisaje.
Nectario María pudo dar con el origen de la ciudad y a la par construyó el mito; Amábilis Cordero lo visualizó al llevarlo al cine. Ciento veinte días después de haber sido fundada por el conquistador Juan de Villegas se repartieron la Encomiendas entre los colonizadores que se apropiaron de las tierras, sometieron a los nativos y los diezmaron y las especies naturales sometidas a expoliación. Eso celebramos este 14 de septiembre: el olvido, la desmemoria, la inamovilidad que nunca se atreve.