Más allá de sus monumentos arquitectónicos, sus símbolos religiosos y su constante crecimiento cultural, esta ciudad que dentro de unos días celebrará sus 464 años, tiene un sinfín de lugares icónicos que ilustran el día a día de quienes la habitamos, un ejemplo es, la Carrera 15 y su larga fila de puestos con ventas de CD’s musicales y películas, acompañadas por diferentes puntos de comida rápida que se encuentran a cada lado de la calle, también tenemos la Avenida Vargas y su abanico de panaderías, donde confluyen todos los barquisimetanos entre 7:00 y 8:00 a.m. para dirigirse a sus trabajos o casas de estudio y posteriormente en este mismo lugar, a eso de las 5:00 o 6:00 p.m. nos volvemos a encontrar para ir a nuestros hogares, de hecho, creo que toparse con un amigo, familiar, vecino o conocido no sería algo de otro mundo, al contrario, podríamos incluso compartir una misma unidad de transporte con esas personas…
Pero entre todos sus atractivos, hay uno que debo destacar, un lugar que siempre ha cautivado mi atención, quizá por la peculiar actividad que allí se ejerce o tal vez, porque cuando esta hermosa ciudad me adoptó nunca había visto algo igual, me parece realmente fascinante estar allí, es como entrar a una especie de mercadito donde si no ves lo que estás buscando, solo tienes que preguntarle a cualquier vendedor y enseguida te lo encontrarán, también puedes vender, cambiar e incluso ofrecerles mercancía usada o nueva.
Casi todos en esta capital hemos estado allí, se trata de la Plaza Pedro León Torres, mejor conocida como Plaza de la Moneda o Plaza de los Libros y es que… ¿Quién no encontró y compró novelas como Doña Bárbara o Cien Años de Soledad allí?, dicta nuestra cultura que, si tus primos o hermanos mayores no te heredaron estos y otros textos para usarlos en el bachillerato, entonces debías ir a esta plaza “porque seguro ahí lo encontrarás”.
Ubicada en la calle 19 con carrera 23, en pleno corazón de la ciudad, este comercio de libros nuevos y usados, ha contribuido con el bolsillo y el aprendizaje de muchos barquisimetanos que han visitado sus libreros a cielo abierto y aunque con el tiempo ha sufrido modificaciones, se mantiene en mi mente y en mi camino diario, junto a la certeza de saber que si necesito un libro allí podré encontrarlo.