La calle: la arriesgada apuesta de la oposición

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La oposición venezolana busca capitalizar el malestar por la crisis económica para presionar en la calle por un referendo que revoque el mandato del presidente Nicolás Maduro, pero deberá romper apatías, miedos y divisiones para evitar un efecto búmeran.

Aunque la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la calificó como un «éxito», la movilización del miércoles en las principales ciudades del país dejó ver el reto que tiene esa alianza opositora para mantener activa la protesta, cuando el calendario del Poder Electoral alejó ya la posibilidad de que el referendo sea este año.

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La multitudinaria marcha del 1 de septiembre, que según la oposición reunió a 1,1 millones de personas, aunque el gobierno dice que apenas a 30.000, marcó para la MUD el inicio de la agenda «definitiva de lucha» por el revocatorio, que seguirá el próximo miércoles con una protesta de 24 horas.

«No veo la posibilidad de desmoralización a estas alturas, pues la presión popular hacia un referendo ha adquirido un ‘momentum’ que muy probablemente se prolongará hasta el final de este año», afirmó a la AFP el analista Diego Moya-Ocampos, de IHS Markit Country Risk, con sede en Londres.

Pero analistas también advierten de los factores que dificultan una convocatoria siempre nutrida: temor a brotes de violencia, desgaste, un liderazgo dividido, carencias en organización, desconexión entre demandas políticas y sociales, frustración.

«La gente está un poco decepcionada porque no se ha logrado el objetivo. Cuando pasa la marcha y Maduro sigue en Miraflores, la gente se desmotiva. La estrategia quizás no ha sido la adecuada», comentó a la AFP José Miguel Villa, estudiante de odontología de 21 años, que asistió el miércoles a la marcha en Los Teques, a 30 km de Caracas.

Pero el analista Luis Vicente León considera que «la única forma estable» de llegar al palacio presidencial de Miraflores «es a través del voto». Y «la protesta es un escalón más en una larga escalera».

    Divisiones y desgaste

En contraste con la poca convocatoria de la mayoría de sus marchas, la MUD arrasó en los comicios legislativos de diciembre pasado, que le dieron el control del Parlamento tras 17 años de hegemonía chavista.

Además, dice haber recaudado en sólo cinco días en mayo 1,8 millones de firmas -nueve veces más que lo requerido por ley- para empezar a gestionar el revocatorio, y ahora asegura que reunirá, en la segunda fase, las cuatro millones de rúbricas necesarias para convocar la consulta.

León advierte que, para lograrlo, la oposición debe superar sus históricas divisiones, que ya mostró a inicios de año cuando no hubo acuerdo sobre el mecanismo para sacar a Maduro del poder: una enmienda que redujera el mandato, un referendo o la exigencia de renuncia.

«A pesar de la diversidad de fuerzas y su heterogénea composición», la MUD debe mantener el foco en el referendo, apuntó Moya-Ocampos.

Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, ha advertido de un «efecto de desgaste por un abuso de las movilizaciones».

«No es fácil motivar a la gente y poner un millón de personas en la calle, pero incluso si se usa indiscriminadamente un recurso como éste tiende a tener un rendimiento decreciente», reconoció en estos días el presidente del Parlamento, el opositor Henry Ramos Allup.

    Lo social y lo político

Las movilizaciones se producen en medio del malestar social por la altísima inflación y la escasez de alimentos y medicinas, lo que hundió la popularidad de Maduro al punto que 8 de cada 10 venezolanos apoya un cambio de gobierno, según la firma Datanálisis.

«Debería venir más gente, pero el venezolano a veces es apático. La gente está muy ocupada haciendo cola, si no lo hace se muere de hambre. En las empresas públicas amenazan a los empleados», agregó Villa.

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), en el primer semestre se registraron unas 4.000 pequeñas protestas, una parte de ellas para reclamar alimentos.

«La oposición tiene todo a su favor para conducir democráticamente el malestar que diariamente se expresa en las calles. Entonces tiene un desafío: lograr conectarse con los ciudadanos que diariamente toman las calles para protestar en contra de las malas políticas de gobierno», comentó a la AFP Marco Ponce, coordinador del OVCS.

Los analistas también señalan que está fresco el recuerdo de las protestas de 2014 que pedían la salida de Maduro del poder, y dejaron 43 muertos, lo que muchas veces inhibe la participación.

«El gobierno siempre que puede muestra las armas, a los colectivos (grupos armados). Esas cosas asustan a la gente. Pero hay que arriesgarse, si no, no se consigue nada», declaró Alexander Guzmán, un comerciante de 64 años.

León y Moya-Ocampos estiman predecible que el gobierno adopte medidas más radicales, incluidas nuevas detenciones de opositores.

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