El primero de septiembre de 2016 quedará en la historia como el comienzo de la rebelión democrática contra una tiranía hambreadora. Cientos de miles de personas se dieron cita en las calles de Caracas con un solo propósito: Exigir una salida electoral y constitucional a la peor crisis conocida. Pero esa jornada memorable y victoriosa para las filas democráticas debe dedicarse a los caídos en batalla de en manos de un enemigo inmoral que secuestró dirigentes políticos, agredió discapacitados, acosó a indígenas y retuvo por la fuerza a la población más indefensa que se dirigía a las capital del país a ejercer un derecho humano negado ya abiertamente por un régimen que se atrincheró en un municipio escudado por fusiles, pero que no pudo evitar que al día siguiente lo encontrara en una isla la protesta popular de una comunidad que también tuvo que pagar la represión más atroz y grotesca.
No podemos acostumbrarnos al abuso oficial y a la violación sistemática de derechos humanos fundamentales. La detención ilegal sin previo juicio de líderes políticos y dueños de medios es algo intolerable y merece toda nuestra solidaridad sin mezquindades de ningún tipo. Mención especial merece el partido aliado Voluntad Popular que sigue pagando con la persecución más baja su determinación inquebrantable. Cada vez que ejercemos un derecho y damos un paso adelante para concretar el revocatorio, inocentes pagan el precio de enfrentar a un tirano que pretende ocultar su incapacidad y cobardía con detenciones indiscriminadas. Los jóvenes “Pancho” y “Gabo” pagaron el precio en la jornada exitosa del uno por ciento del RR pasando de ser directores de una alcaldia a presos de guerra. Igual le sucedió a Goicoechea y Melo, entre otros, de cara a la jornada del 1-S. Son caídos que deben ser honrados en las victorias que hemos obtenido y que no pueden ser olvidados a la hora de redactar los manifiestos que equivocadamente simplifican esta tragedia en un mecanismo específico.
Igual sucede con los trabajadores públicos que sufren los rigores de una persecución laboral que debe ser denunciada constantemente. Los despedidos por orden del tirano por ejercer su derecho constitucional de activar un mecanismo constitucional como el revocatorio, también deben ser recordados y reivindicados en cada paso que demos. Este primero de septiembre ciudadanos sufrieron daños personales y patrimoniales por el solo hecho de trasladarse a Caracas, como sucedió a la altura del Muro de Aragua por ejemplo. A todos ellos nuestro reconocimiento y compromiso de seguir luchando con más fuerza que nunca por el cambio democrático en Venezuela.
Gústele a quien le guste el pasado primero de septiembre hubo en el país un paro cívico y activo en favor de una salida electoral a la crisis. Sigamos protestando constitucionalmente y sin complejos, conscientes de que los golpistas siempre han sido ellos, mucho más ahora cuando el tirano derogó formalmente la constitución, invalidó el parlamento nacional y cerró el Consejo Nacional Electoral. Nuestra lucha es democrática, electoral y sobretodo popular.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.