En busca de rescatar el espíritu y el buen fútbol con el que deslumbró en la Copa América Centenario y así dejar atrás el mal sabor de sólo un punto en siete fechas, Venezuela rozó la gloria pero terminó con un punto amargo en las alforjas, al desperdiciar una ventaja de dos goles y empatar 2-2 en el estadio Metropolitano de Mérida contra una Argentina sin Lionel Messi, en duelo de la octava jornada de eliminatorias suramericanas al Mundial de Rusia 2018.
Tras ganar en actitud con decisión en acciones ofensivas, acompañadas por un gran desgaste en presión y orden defensivo durante la primera mitad y el arranque de la segunda, la Vinotinto pagó caras dos incidencias en el complemento, una de ellas de pelota quieta en un tiro de esquina, en las que la fortuna acompañó a una Albiceleste que, sin merecerlo demasiado, se llevó un punto bajo una copiosa lluvia, insuficiente para retener su liderato de la tabla.
La tropa de Rafael Dudamel, que recibió el respaldo de 40.790 espectadores e incluso demostró concentración en condiciones atmosféricas nada favorables, tuvo que conformarse con su segundo punto en ocho salidas, sigue sin triunfar y ocupa el foso de la clasificación con dos puntos de 24 posibles, lo que parece descartarla de plano de Rusia 2018 y convertir el resto del calendario en preparación para Catar 2022.
Genialidad, garra y cruel debacle
Rafael Dudamel se guardó a Roberto Rosales y dio entrada a Alexander González en la banda derecha, le confió la izquierda a Mikel Villanueva por el expulsado Rolf Feltscher y colocó a José Manuel Velásquez como llave de Oswaldo Vizcarrondo en el centro de la zaga por Wílker Ángel (expulsado). Además puso a Arles Flores como socio de Tomás Rincón en la primera línea de volantes en reemplazo del suspendido Arquímedes Figuera.
La Argentina de Edgardo Bauza partía sin Lionel Messi y la falta de “magia” se notó. No hay obra de arte sin alfarero y su ausencia deja al barro sin propósito claro. Venezuela tenía otros planes y Juan Pablo Añor, a la “Pulga”, metió un potente zurdazo, tras dos túneles con los que evadió hasta a tres defensores, para poner el 1-0 al minuto 35.
En la segunda mitad, con menos arte y más oficio, fue Salomón Rondón quien usó su cuerpo para ganar una pelota dividida, atacó por izquierda y cedió a Josef Martínez. Luego de un amague que batió a Sergio Romero, mandó a la red de pierna derecha y por bajo el merecido 2-0 al minuto 53.
Argentina sacó la chapa de equipo grande, de esos que reaccionan rápido. Al 58, Lucas Pratto recibió de espaldas al arco, se giró de forma aparatosa pero el balón pegó en Velásquez y volvió a caer a sus pies para batir a Dani Hernández (2-1).
Sin hacer demasiado, logró que los suyos reaccionasen. El infortunio hizo que Jacobo Kouffaty durase apenas tres minutos antes de salir lesionado y Josef Martínez también saldría tocado. De nuevo cambios por circunstancias y no sólo por necesidad táctica. Y de nuevo, en ese momento de incertidumbre, un gol encajado, esta vez por obra de Nicolás Otamendi, al aprovechar un fallo en la cobertura en un tiro de esquina, al 83.
Aunque haya mucho que rescatar en cuanto a actitud, nivel de fútbol y edad promedio del grupo, cuando el trago de tinto es de fuerte bouquet, es inocultable. El sabor dulce de una victoria es, en proporción, inconfundible, por lo que, en este frío camino a Rusia, ante tantos apuros y con las matemáticas en contra, este se anotará como un punto amargo en la estadística.
