El papa Francisco declaró el domingo la santidad de la Madre Teresa, rindiendo homenaje a una religiosa que cuido de los más desamparados y acusó a los líderes mundiales por los «crímenes de la pobreza creados por ellos mismos».
El pontífice describió a la Madre Teresa como el modelo para una Iglesia católica que se acerca a las periferias en busca de los lastimados y los pobres, en una misa de canonización que congregó a unas 120.000 personas —ricos y pobres, poderosos e indigentes— en la soleada plaza de San Pedro.
«Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que nos encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren», dijo el papa en su homilía.
La canonización es la cita más destacada del Año Santo de la Misericordia decretado por Francisco y podría definir todo su pontificado, que ha dedicado a atender a los sectores más marginales de la sociedad, de los refugiados a las prostitutas, los enfermos, pobres y ancianos.
La plaza San Pedro del Vaticano estalló en aplausos antes siquiera de que el pontífice terminara de pronunciar el rito de canonización, en un reflejo de la admiración hacia la Madre Teresa entre cristianos y no cristianos durante su vida y tras su muerte en 1997.
En Calcuta, en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad, la orden que fundó, cientos de personas siguieron la misa por televisión y aplaudieron con alegría cuando Francisco la declaró santa. Se reunieron en torno a la tumba de la religiosa, decorada con flores, una vela y una fotografía de la pequeña y anciana santa.
«Estoy muy orgulloso de ser de Calcuta», dijo Sanjay Sarkar, estudiante de secundaria, que acudió a la celebración. «La Madre Teresa pertenecía a Calcuta y se la ha declarado santa».
Para Francisco, la Madre Teresa puso en práctica su idea de que la Iglesia debe ser un «hospital de campaña» misericordioso para los más pobres entre los pobres, aquellos que sufren pobreza material y espiritual. Dijo que le resultaba difícil llamar «santa Teresa» a una mujer de ternura tan maternal.
En su homilía, Francisco la elogió como una santa misericordiosa que defendía la vida de los no nacidos, los enfermos y los abandonados, recordando su firme postura en contra del aborto, que a menudo la enfrentó con voces progresistas en todo el mundo.
«Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos», dijo el papa.
Cientos de hermanas de las Misioneras de la Caridad, con sus reconocibles saris de franjas azules, se sentaron en primera línea durante la misa, junto a 1.500 indigentes y 13 mandatarios, así como la reina Sofía de España.
«Ella entregó su corazón al mundo», dijo Charlotte Smaba, de 52 años y madre de tres hijos que había viajado con un grupo parroquial desde Gabón para la misa. «La misericordia, el perdón, las buenas obras: Es el corazón de una madre para los pobres».
Aunque numerosa, la multitud no alcanzó las 300.000 personas que acudieron en 2003 a la beatificación de la religiosa, debido en parte a las preocupaciones de seguridad tras varios atentados extremistas islámicos en Europa. Esas preocupaciones motivaron un despliegue de 3.000 efectivos de seguridad en la zona en torno al Vaticano, así como el cierre del espacio aéreo sobre la zona.
Aunque Francisco se ha esforzado por mostrar a la Madre Teresa como un modelo por su gozosa dedicación a los olvidados por la sociedad, también reconocerá la santidad de una monja que pasó la mayor parte de su vida adulta en una agonía espiritual por sentir que Dios la había abandonado.
Según el reverendo Brian Kolodiejchuk, el sacerdote canadiense que lideró la iniciativa para santificarla, las revelaciones sobre esta lucha interna reveladas en su correspondencia privada tras su muerte en 1997 son un argumento más sobre su heroica santidad. Al santificarla, señaló el sacerdote, Francisco reconoce que la Madre Teresa no sólo compartía la pobreza material de los pobres, sino también la pobreza espiritual de los que se sienten «no amados, no deseados, no atendidos».
Nacida como Agnes Gonxhe Bojaxhiu el 26 de agosto de 1910, la Madre Teresa llegó a India en 1929 como hermana de la orden de Loreto. En 1946 recibió lo que describió como «una llamada dentro de la llamada» para fundar una nueva orden dedicada a cuidar de los más rechazados, los «más pobres entre los pobres».
En 1950 fundó las Misioneras de la Caridad, que se convirtió en una orden global de monjas, sacerdotes, frailes y trabajadores legos.
En 1979 recibió el Nobel de la Paz.
Falleció en 1997, y la Iglesia inició con rapidez el proceso de su beatificación poco después.