Del Guaire al Turbio – Agonizante

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La irreversible voz de títere –por desgracia de estirpe musical larense- ha dado la cómica, por supuesto, acompañada de sus indignas acólitos -tan indignas como ella- y, especialmente con sus declaraciones posteriores, aquella cuyo nombre es mezcla de oblicuo y colita. No se había visto en Venezuela nunca un cuarteto femenino de igual infamia. Ninguna trampa o triquiñuela le es ajeno: las cuatro del cuento manipulan cifras, lapsos, fechas y sus propias conciencias, si es que tienen. Unas joyitas: dijes rutilantes de un cadena de iniquidades. Yo no sé, ni quiero imaginarlo, el castigo que tendrán en el más allá, pero aquí en esta tierra, barrunto que les espera una cueriza del pueblo. Ojo: no se los deseo, preferiría un juicio legal, si es que vuelve por fin la justicia a Venezuela, pero si no vuelve… ¡Ay Dios mío, hay qué ver de lo que es capaz un pueblo enfurecido! Segunda vez que lo escribo. ¡Que Dios las agarre confesadas!

Cuando vemos lo que ha sucedido en estos ya casi cuatro lustros, es para echarse a temblar si las féminas siguen arribando al poder. Jamás ha habido tantas en un gobierno como en este malhadado y largo, justamente las más ineptas y deshonestas. ¡Dios mío! Que si la pelo de estambre, la suprema de la suprema injusticia, la internacionalizada mete la pata, la pelo de estopa, la usurpadora metropolitana, la melona sanitaria… y se me acaba el espacio. Para rescatar la dignidad de nuestro sexo, se necesita otra clase de mujeres al mando. Mujeres que empiecen por respetarse a sí mismas. Mujeres enaltecedoras de la feminidad y la nacionalidad. Mujeres inteligentes, preparadas, luchadoras y honestas. Mujeres antítesis de las actuales en cargos gubernamentales, que son chupa-medias, mercenarias y políticamente prostituidas. Necesitamos muchas María Corina Machado que hagan reventar de rabia a pobres diablos cobardes envalentonados por el poder como el nombre piadoso.
Y para colmos, su jefe directo -pues sólo obedecen a un solo poder- es un
pobre pelele cuyos hilos manejan los hermanitos de la isla. Carece de voluntad propia y de luces intelectuales y así, como dice la revista Time, el país agoniza. El muy imbécil no se da cuenta de que muere con él. Su único tema es echarle las culpas al imperio y a la guerra económica, en esto tiene toda la razón: fatal nos ha sido el imperio isleño ahora dueño de esta tierra y la guerra económica, iniciada con gran éxito por el ilegítimo difunto y seguida sin solución de continuidad por el pelele podrido. Guerra sostenida y ganada contra la producción agrícola, vacuna, industrial, de laboratorios medicinales, distribuidora de alimentos. Guerra despiadada y triunfante contra todo lo que es fructífero, necesario y proveedor de empleos. Guerra sí, clarísima, para destruir la economía.

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Féminas dignas de tales varones, todos cómplices del crimen de lesa humanidad de destruir una nación. Pera ésta se levantará de sus cenizas, porque no está vencida. Sus mejores ciudadanos están en pie de lucha, muchos en las cárceles, muchos perseguidos, muchos fuera de la patria, por el delito de disentir pacíficamente de un régimen que ha secuestrado todas las libertades, como la de expresión.

La verdad: aquí lo que está agonizante es un gobierno que se ha destruido a sí mismo. Descanse en paz.

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