La última conversación sostenida por Alfredo Alejandro Asuaje Bello fue con su abuela materna. La llamó desde su celular, aproximadamente a la una de la tarde de ayer, para notificarle que iba camino a su casa, ubicada en el sector II de Chirgua, al este, para almorzar. La conversación la interrumpió el sonido del disparo con el que lo asesinaron.
Al joven de 18 años de edad, empleado como ‘caletero’ en el Matadero Industrial Centroccidental, le restaba caminar una cuadra para llegar a la casa de los abuelos, junto a quienes vivía desde la infancia. Pero, en el camino un par de hombres conductores de dos motos le quitaron el teléfono de su propiedad y una gorra que llevaba puesta. Lo incierto es si el robo fue cometido antes o después de que uno de los motorizados halara el gatillo apuntándole en la cabeza.
Como los abuelos, la madre del muchacho vive cerca de la calle María Mendoza del sector II de Chirgua, donde se desplomó moribundo. Ella, otros parientes y conocidos llegaron pronto al sitio para comprobar que se trataba del mayor de los cinco hermanos de la familia Asuaje Bello.
Antes de que la furgoneta del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) partiera con el cadáver, las exclamaciones de afecto para “Alfredito” de parte de los familiares acabaron con el silencio conservador de quienes miraban la escena.
De raíces beisboleras
Asuaje Bello, describió su abuelo José Belén Bello, era un pelotero nato. Dentro de su núcleo familiar había quienes en algún momento se dedicaron a este deporte. El señor Bello es entrenador y alguna vez fue coordinador de deportes del sector. Él fue quien le enseñó los fundamentos de la pelota, aprendizaje que el joven puso en práctica cuando era jugador del equipo de Fundalara y preselección del estado.
Tenía buen brazo para destacarse desde la lomita y el center field, halagó su abuelo, quien se identificó también como un segundo padre para Asuaje Bello y como un hombre cristiano en constante práctica de sus creencias.
Por eso, lo encomendó con oraciones antes de que el joven saliera ayer del hogar y por su misma fe espera que Dios haga justicia. “Estas son cosas que no las puedo cambiar, pero sí aceptar”, pronunció con serenidad el abuelo.
En 37 años viviendo en la zona a ninguno de los suyos lo había asesinado de esa manera. Todos en la comunidad se conocen, pero la inseguridad, lamentó, se ha apoderado de todos los sectores.
Presuntos vínculos delictivos
El asesinato de Asuaje Bello se vincula con un aparente ajuste de cuentas. Presuntamente, de acuerdo a los organismos de seguridad, pertenece a una banda conocida como “Las paralelas de la dos”, dedicada, entre otros delitos, al manejo de drogas.