Italia celebró este martes funerales solemnes en Amatrice, el pueblo emblema de la devastación, que el terremoto de la semana pasada convirtió en un cúmulo de piedras y ruinas.
El funeral de Estado se celebró a las 18H00 locales (16G00 GMT) y se llevó a cabo en la localidad más afectada por el terremoto, que lamenta la muerte de 230 personas de las 292 víctimas confirmadas hasta ahora.
La conmovedora misa fue celebrada bajo una enorme tienda de campaña con un simple altar con un Cristo que colgaba detrás. Al fondo se entreveía el centro medieval derruido.
Se trata del segundo funeral oficial después del celebrado el sábado en Ascoli Piceno y se realizó justamente en Amatrice a pedido de los propios supervivientes, que protestaron ante la propuesta de trasladarlo a Rieti, la capital de la provincia.
«No es el terremoto el que mata, sino las obras que construyen los hombres», dijo el obispo de Rieti, Domenico Pompili, a los cientos de damnificados y familiares de las víctimas, mientras se abrazaban y lloraban en silencio.
Pese a las réplicas – más de 2.500 desde el primer temblor de magnitud 6,2 del 24 de agosto- y a las dificultades de acceso a la pequeña aldea, los habitantes deseaban despedir a sus muertos en su propia tierra.
El alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi, pidió a las autoridades que tuvieran en cuenta el «dolor» de la población que en estos momentos «no quiere estar lejos de donde ha vivido su gente».
«Es lo justo», reconoció el primer ministro, Matteo Renzi, quien prometió «reconstruir Amatrice pedazo por pedazo».
El funeral contó con pocos ataúdes, unos 35, ya que muchos han sido enterrados de forma privada.