Cada 30 de agosto se celebra en varios países de Latinoamérica el Día de Santa Rosa de Lima, patrona principal de Perú. Su verdadero nombre era Isabel Flores de Oliva pero una india que servía a la familia la llamaba Rosa por su extraordinaria belleza.
Nació en Lima, capital de Perú el 20 de agosto de 1586. Gracias al poder adquisitivo de sus padres tuvo una buena educación, cosa que para la época era un privilegio, gracias a ello obtuvo una profunda formación espiritual.
Para 1597, Santo Toribio de Mogrovejo, el entonces Arzobispo de Lima, le administró el sacramento de la confirmación y la llamó Rosa.
Su intenso amor por Jesucristo la llevó a hacer un voto de virginidad. Consciente de su belleza, la Santa se restregaba la piel con pimienta para desfigurarse. En una ocasión, su madre le puso una corona de flores en la cabeza para lucirla ante unas visitas. Rosa se clavó una de las horquillas para hacer penitencia por esa vanidad.
En el año 1617, durante el Domingo de Ramos ocurrió su “desposorio místico”. Mientras oraba delante de la Virgen del Rosario, el Niño Jesús le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero por esposa”. Ella le respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava; tuya soy y tuya seré para siempre.
Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617, a la edad de 31 años. Al ser reconocida como una “Santa” por los pobladores, toda la ciudad se despidió de ella. Durante la ceremonia estuvieron presentes también autoridades políticas y eclesiásticas.
Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 convirtiéndose en la primera Santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales.
En 1992 San Juan Pablo II expresó que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.