En Venezuela está más que comprobada la disposición de la gente para valorar altamente el hecho de votar. Durante la historia republicana hemos visto -salvo en contadas excepciones- elevados porcentajes de participación electoral en procesos nacionales, estadales y municipales. Inclusive, en elecciones parlamentarias hemos tenido una alta participación superior a muchos países alrededor del mundo. En estudios e investigaciones de opinión pública los venezolanos siempre han escogido al acto de votar como el de mayor aceptación entre los diversos mecanismos que ofrece un sistema político democrático para canalizar las inquietudes colectivas.
El problema es que votar no es suficiente. No, para que la democracia se mantenga y se fortalezca con el paso del tiempo se requieren otros elementos tan indispensables como votar. Se requiere un ejercicio constante de la ciudadanía para vigilar todo el proceso de formulación de políticas públicas y no solo eso, sino también, el seguimiento permanente a la ejecución y realimentación de las mismas a los efectos de lograr un monitoreo exitoso que sirva de mecanismo para hacer más eficiente el funcionamiento del Estado y todas sus instituciones.
Para ello es indispensable activarse. No se pueden dejar los asuntos de un condominio solo a unas pocas personas –que generalmente casi siempre son las mismas- los vecinos han tenido recurrencia en este tipo de comportamiento y ello ha generado muchos inconvenientes en la convivencia ciudadana. Igual ocurre en consejos comunales y demás organizaciones comunitarias. Esa fragilidad en el tejido participativo de la gente en sus problemas más cercanos a su entorno ha debilitado en profundidad el ejercicio de la democracia. Desde allí surge el principio del llamado “mesianismo” que no es más que “recostarse” a un líder para que asuma las responsabilidades mientras –la gran mayoría- nos limitamos a actuar e intervenir en los ámbitos de la esfera privada o muy familiar. Si este fenómeno lo llevamos a escala nacional obviamente los resultados son catastróficos en cuanto a ejercicio ciudadano se refiere.
Sumado a las limitaciones en la participación ciudadana en los ámbitos estrictamente comunitarios, nos encontramos también con otro fenómeno realmente preocupante. El estatus actual de nuestras organizaciones intermedias. Allí están incluidos los sindicatos, los gremios profesionales, las organizaciones no gubernamentales que abordan diferentes temáticas, los partidos políticos, entre otras. Estas organizaciones no presentan elementos diferentes a las de ámbito comunitario. La participación entusiasta se limita siempre a pequeños grupos perdiendo el impulso necesario para impactar y tener amplia incidencia pública. Esta situación ha golpeado el tejido social del país afectando considerablemente el ejercicio de la democracia y el control ciudadano a las instituciones del Estado.
Venezuela afronta tiempos de enormes complicaciones políticas, sociales y económicas. Sin un ejercicio clave de la ciudadanía difícilmente podremos superar los problemas nacionales. La llave de las soluciones no está en manos del liderazgo político del país solamente. Sin un impulso de legitimidad amplio y lo suficientemente estable en el tiempo no se puede estimular la aplicación de un programa coherente y claro que genere la confianza nacional e internacional para reimpulsar nuestra economía. El compromiso para transformar nuestra realidad actual pasa por la reconstrucción del tejido social y el relanzamiento de la participación ciudadana.
Debemos tener claro –ahora más que nunca- que quedarse en casa y dejar pasar las aguas por debajo del puente no va a resolver nuestros males. Hay que activarse. En nuestros condominios, en los consejos comunales, en alguna ong que trabaje en una temática que nos interese, en algún partido político que nos simpatice, debemos estar más atentos a los asuntos públicos si queremos impactar en ellos.
El último trimestre del año es una oportunidad dorada que tenemos para demostrar nuestro amor por Venezuela. El ejercicio de la ciudadanía pasa por concentrarnos en la cotidianidad y en nuestro entorno. Sumarnos a las causas en favor de la democracia, en favor del mejoramiento continuo de la calidad de vida son razones fundamentales para transformar esta sociedad. Necesaria es la participación. Necesario es el ejercicio de la ciudadanía. No le dejemos las responsabilidades solo al liderazgo político del país. Compartamos el trabajo y ratifiquemos nuestra voluntad democrática. El país va a superar esta coyuntura solo con el concurso de su gente desplegada en todos los ámbitos de participación. Ya hemos votado mucho, sigamos haciéndolo pero también incorporémonos al ejercicio pleno de las virtudes de la democracia.