La crisis agroalimentaria debe ser objeto, hoy en día, de la más rigurosa atención porque lo que está en juego es la salud y el bienestar, el crecimiento, las capacidades de trabajo, en fin, todo lo que hacemos, asegura la doctora Luisa Elena Morales, PhD docente e investigadora del Centro de Investigaciones Agroalimentarias de la Universidad de los Andes.
El pronunciamiento lo hizo al emitir su opinión en torno a la vialidad y la necesidad de la urgente ejecución del Plan de Urgencia de producción de cultivos de ciclo corto propuesto por la Federación de Productores Agrícolas de Venezuela (Fedeagro), ratificando que “en efecto estamos en una situación de crisis estructural del sistema agroalimentario y de una crisis alimentaria severa, que requiere de atención inmediata”.
-Por eso, en materia alimentaria y nutricional, pensar con esos ojos nos lleva casi a mirar nuestras mesas, las de nuestras familias, las de nuestros hijos y la respuesta emocional toca nuestra sensibilidad porque, en materia alimentaria, como en el caso de la salud, como he dicho, mañana es tarde, incluso, hoy es tarde-, asegura.
El plan propuesto persigue promover la preparación y siembra para el ciclo norte del verano que se inicia, de rubros pertenecientes a los grupos agroalimentarios de cereales, oleaginosas, leguminosas, hortalizas, raíces y frutales de ciclo corto. Su carácter de urgencia se desprende, por una parte, de la proximidad inmediata del inicio del ciclo bioclimático mencionado y, por otra, de la necesidad de comenzar a recuperar la producción nacional y de aumentar su aporte al abastecimiento total, definido éste como la suma de la producción nacional más las importaciones, porque, en este momento, el país prácticamente no cuenta con exportaciones, ni existencias, ni reserva estratégica, señala la especialista.
El carácter de urgencia también implica que para su realización se requiere una respuesta expedita del Gobierno nacional para contar, con seguridad y oportunamente, con los insumos, equipos, repuestos y partes, y el financiamiento que se amerita para llevar adelante el proceso productivo.
-Es un hecho que tales requerimientos deben ser cubiertos, para que los productores puedan llevar adelante la actividad programada, expuesta y discutida en distintos momentos desde el mes de abril, en el marco de la reunión anual de Fedeagro; y que de nuevo han presentado formalmente ante el país y los representantes del gobierno nacional-.
La especialista estima que el plan ha sido propuesto como una acción de urgencia ante la crisis alimentaria que vive el país. Coincide plenamente en que Venezuela atraviesa, en efecto, una crisis alimentaria que, de acuerdo con indicadores de seguridad alimentaria, puede situarse en un nivel de vulnerabilidad, el cual tiende a agravarse como consecuencia, tanto de la caída de la disponibilidad de alimentos, como del acceso físico y económico a los mismos.
Volver la mirada al campo
La investigadora está consciente de que el tiempo y la circunstancia obligan a colocar de nuevo la mirada sobre nuestros campos, más que en los puertos. Recuerda que ningún país es autosuficiente y que el abastecimiento alimentario resulta siempre de una suma de la producción nacional más las importaciones, a lo que se restan las exportaciones (A=PN+I –E +/-Cambio de existencias), pero, en todos los países, salvo en casos extremos de limitación de recursos-físico naturales, el sistema alimentario debe encontrar en la agricultura nacional su soporte fundamental, por razones estratégicas y de seguridad.
-Este hecho adquiere relevancia y se manifiesta con gravedad en momentos como el actual, en que no es posible para el Estado acudir con la misma capacidad de compra a los mercados internacionales, porque ya no cuenta con la misma cantidad de dólares proveniente de la renta petrolera, para procurarse las materias primas que controla, un momento en el que, a la vez, por el mismo perfil de las políticas adoptadas por años, la mayor parte de las actividades agrícolas y pecuarias acusan un grave declive. En consecuencia, con una menguada producción nacional, y sin dólares para comprar en el exterior materias primas y alimentos, los platos se vacían poco a poco, pero cada vez más rápido, inexorablemente, a menos que se tomen medidas urgentes. De allí que sea imperativo revertir el modelo y de allí la pertinencia del plan de Fedeagro, que no resuelve íntegramente el problema, pero que constituiría un comienzo-, calificando la propuesta formal, de gran sensatez y su realización como apremiante.
Disminuye ingesta de alimentos
Morales hace referencia al indicador de inseguridad alimentaria a nivel de hogares de América Latina y el Caribe, sosteniendo que una gran parte de la población del país ha pasado ya los tres niveles que el indicador de inseguridad alimentaria establece: 1. Leve, cuando las familias ajustan su presupuesto y la mayor parte del ingreso se destina al gasto en alimentos; 2. Moderado, cuando una parte de la población comienza a disminuir su ingesta básica en términos de cantidad y calidad de alimentos consumidos, en favor de miembros de la familia, más sensibles, como los niños y 3. Severo, cuando todos los miembros de la familia disminuyen la cantidad y frecuencia de las ingestas diarias. En los últimos dos casos, el hambre y la pérdida de peso se hacen presentes.
Advierte Morales que la única manera de comenzar a revertir esta situación es aumentando efectivamente la disponibilidad de alimentos y la capacidad de acceso a los mismos. Una manera de hacerlo, del lado de la disponibilidad, es mediante políticas que restituyan la producción nacional, en el marco de una política agroalimentaria que estratégicamente involucre también las importaciones; y que devuelva su operatividad productiva, económica y funcional al sistema alimentario y a sus actores o agentes calificados, en todas las fases de las actividades productivas y de servicios que se extienden, desde el campo hasta la mesa. Fases que concluyan con personas y familias que cuenten con trabajo e ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de manera autónoma, y no mediante programas coyunturales de baja cobertura y resultados.
Igualmente, asegura que los aumentos salariales como medida para mejorar el acceso tienen efectos contraproducentes no solo sobre los consumidores sino también sobre los sectores productivos y de servicios.
Ratifica la doctora Morales que el Plan de Fedeagro no corregiría todos los desequilibrios que actualmente presenta el Sistema Alimentario Venezolano y no resuelve en su integridad el problema de la caída de la disponibilidad y acceso a los alimentos, pero en su diseño, actuaría positivamente en una esfera de la producción nacional que permitiría aprovechar útilmente recursos productivos, tierras, conocimientos calificados de los productores y recursos en cultivos que, por su naturaleza, generan cosechas en lapsos cortos y aumentaría la disponibilidad de los alimentos involucrados, en un período breve, contribuyendo de esta manera a enfrentar el impacto de la crisis agroalimentaria
Objetivos del Plan
De acuerdo a los planteamientos de Fedeagro, con el Plan se desea “…contrarrestar la caída sostenida de la producción agrícola e impulsar la disponibilidad de nutrientes esenciales en estos momentos de crisis.”, mediante la preparación y siembra de 380.000 ha, discriminadas de la siguiente manera:
- 100.000 ha de hortalizas raíces y frutales de ciclo corto
- 20.000 ha de papa
- 100.000 ha de arroz
- 40.000 ha de leguminosas (caraota, frijol)
- 40.000 ha de ajonjolí
- 50.000 ha de girasol
- 30.OOO ha de soya
- 50.000 ha de sorgo
Fedeagro indica adicionalmente se podrían sembrar 50.000 ha de maíz, además de las que se encuentran en fase de crecimiento, e iniciar acciones para recuperar cultivos permanentes como el café, y semi-permanentes como la caña de azúcar, cuya producción también ha caído significativamente en los últimos años.