“Con hambre y desempleo con Chávez me resteo”. Recuerdo haber escuchado a un gentío corear esta consigna en varias oportunidades. Las circunstancias eran totalmente distintas: Chávez estaba mandando y el precio del petróleo estaba por encima de cien dólares el barril. Ahora manda Maduro, el petróleo está a $39,40 dólares y hay hambre y desempleo y muchos otros males.
El problema de una consigna como ésa es que es muy fácil corearla cuando no se tiene hambre y no se está desempleado. La Venezuela del corito era la de la burbuja que causaron esos precios exorbitantes del crudo y el derroche en gasto público sin creación de riqueza. Los economistas serios advirtieron una y otra vez lo que pasaría si bajaban los precios del petróleo, pero Chávez no creyó que eso pasaría. Maduro fue aún más allá: en un alarde de infinita soberbia en octubre de 2014 aseguró que “el petróleo puede bajar hasta 40 dólares, pero Venezuela tiene garantizado sus recursos para seguir prosperando”. Los hechos han demostrado todo lo contrario.
Pero en vez de reconocer su error, Maduro ha insistido en ahondar en él. Quienes tienen aseguradas mucho más que las tres comidas se permiten el lujo de repetir el nefasto lema, como Andrés Izarra: “con hambre y desempleo con Chávez resteo; aunque haya colas con Nicolás, votar por la derecha jamás”. Muy fácil decirlo cuando el que tiene hambre es otro.
El hecho real es que hoy en Venezuela hay un gentío que tiene hambre. Que la escasez escala cumbres jamás alcanzadas y los precios también. Hace una semana me ofrecieron un kilo de azúcar por Bs. 4.000. ¡Un kilo de azúcar no cuesta eso en ninguna parte del mundo! Pero aquí no hay precio justo que valga. Ése sólo lo aplican a los industriales para terminarlos de quebrar. Y en una economía de guerra como la que vivimos, las cosas cuestan lo que la gente esté dispuesta a pagar por ellas.
Sin hambre y sin desempleo están los altos jerarcas del chavismo que siguen exigiendo del pueblo sacrificios, incluso a costa de sus vidas. Recién leí que un infante de 18 meses murió de hambre en el Zulia. Y ahora pretenden que la gente se olvide de la profunda crisis que vive con tres Megamercales. Estamos resteados, sí, pero con la democracia y la libertad. Por eso, tomaremos Caracas el 1 de septiembre.