El gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC llegaron a un acuerdo de paz para poner fin a más de cinco décadas de conflicto armado en la nación sudamericana, uno de los más longevos del mundo, el cual cobró la vida de más de 200.000 personas y obligó a millones a desplazarse.
El acuerdo, alcanzado tras casi cuatro años de conversaciones, aún debe ser ratificado por los colombianos en un plebiscito el 2 de octubre.
«Hemos alcanzado un acuerdo final, completo, definitivo, para poner fin al conflicto armado con las FARC», dijo el presidente Juan Manuel Santos en un mensaje a los colombianos poco después de la firma del acuerdo en La Habana por representantes de ambas partes.
«Hoy comienza el fin del sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra», aseguró, aunque reconoció que el inicio de una nueva etapa está ahora en las manos de los habitantes que participarán en el plebiscito.
«La decisión, colombianos, está en sus manos», añadió, en una clara invitación a los ciudadanos a votar por el sí al plebiscito, que necesitará un poco más 4,5 millones de sufragios en un país en el que casi 35 millones de personas cumplen los requisitos para votar.
Los diálogos avanzaron en medio de una férrea oposición entre los seguidores del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).
El acuerdo fue anunciado inicialmente en La Habana mediante un comunicado conjunto por los garantes de Cuba y Noruega, en presencia de delegados de Santos y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
«La guerra ha terminado», afirmó el jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto de la Calle, quien señaló que la mejor manera de superar el conflicto fue sentarse con las FARC «a hablar de la paz».
En Colombia la población siguió atenta los detalles.
«Me puedo morir tranquilo, porque por fin voy a ver a mi país sin violencia y un futuro para mis hijos y nieto», dijo entre lágrimas Orlando Guevara, de 57 años, y quien junto con cerca de 400 personas que portaban banderas blancas y de Colombia vio el anuncio en una pantalla gigante en un parque del norte de Bogotá.
«Hemos ganado la más hermosa de todas las batallas: la de la paz», dijo el comandante Iván Márquez, cuyo nombre real es Luciano Marín, jefe del equipo negociador de la guerrilla.
«Podemos proclamar que termina la guerra con las armas», añadió, y dijo que ahora comienza una «de las ideas».
El arribo a un acuerdo se vislumbró a comienzos de agosto cuando las partes presentaron una suerte de hoja de ruta que guiará el cese del fuego bilateral, el cual entró en vigencia desde el mismo momento en que se firmó el acuerdo definitivo.
«Este es un gran momento histórico para el país. Acabar una guerra tan dura es toda una hazaña», dijo a The Associated Press monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.
El prelado agregó que es clave que en adelante se desarrollen en el país campañas pedagógicas para que los colombianos tengan claro qué fue lo que se acordó en la capital cubana.
Santos anunció que el jueves enviará el acuerdo al Congreso y que también se divulgará en las redes sociales, en páginas de internet y en medios de prensa para que los colombianos conozcan los detalles, pues lo que se leyó en La Habana fue el comunicado conjunto con los conceptos generales del convenio.
Las negociaciones entre el gobierno de Santos y las FARC comenzaron a fines de 2012. Desde entonces se fueron sumando acuerdos parciales en materia agraria, la participación de los rebeldes en política, la lucha conjunta contra el narcotráfico, el resarcimiento de las víctimas, el blindaje jurídico y político, la forma en que los actores del conflicto armado pagarán por sus crímenes, el cese bilateral y definitivo del fuego, y el abandono de las armas por parte de los insurgentes.
Entre los acuerdos revelados el miércoles, se contempla que el partido que surja del tránsito de las FARC a la vida política participará en los comicios de 2018 y 2022 para tener representación en el Legislativo. Según un documento de la presidencia colombiana divulgado entre la prensa, se les garantizará un mínimo de cinco curules para el Senado y cinco para la cámara baja.
Según cifras oficiales, las FARC tienen en sus filas a unos 7.000 combatientes.
A principios de mes se habían anunciado los mecanismos de monitoreo para el fin de las hostilidades que correrán a cargo de las Naciones Unidas y grupos de observadores internacionales, y el funcionamiento de 23 zonas y ocho puntos a los cuales arribarán de manera transitoria los guerrilleros mientras se realiza el proceso de abandono de las armas.
Asimismo se estableció que la recolección y almacenamiento del armamento en poder de las FARC se desarrollará en tres fases a los 90, 120 y 150 días de la firma de la paz.
En los últimos 15 años el ejército colombiano, apoyado por el gobierno de Estados Unidos, desató una ofensiva que diezmó las tropas del movimiento insurgente y replegó a sus combatientes pero sin lograr derrotarlos, lo que puso a las partes en la necesidad de sentarse en una mesa de diálogo como la desarrollada en La Habana, o de lo contrario el conflicto amenazaba con continuar indefinidamente sin visos de solución.
Si se formaliza el acuerdo final se extinguiría el último gran movimiento armado de América Latina.
Por la noche, la ONU difundió una declaración del secretario general Ban Ki-moon en la que felicitó «calurosamente» a Santos, al líder de las FARC Timoleón Jiménez y a los negociadores en La Habana «por su arduo trabajo y perseverancia para llegar a esta etapa del proceso», así como a los ciudadanos colombianos que contribuyeron con propuestas.
Además, Ban Ki-moon expresó su reconocimiento a Cuba y Noruega por las facilidades que prestaron a las negociaciones, así como a Chile y Venezuela por el acompañamiento que proporcionaron.
Finalmente, solicitó un esfuerzo «igualmente decidido y ejemplar» para implementar los acuerdos, al tiempo que exhortó a la comunidad internacional a que preste todo su apoyo al país sudamericano en esta nueva y «trascendental» etapa del proceso.
«Estaremos al lado de Colombia en su empeño por construir un futuro en paz», concluyó.
Ante las expectativas generales, las partes tuvieron que aclarar que el anuncio de La Habana el miércoles no es en sí la rúbrica formal del acuerdo al que se le conoce como el «Día D», y a partir del cual se comenzará la desmovilización rebelde y el cese del fuego, sino el fin de los diálogos que se coronaron exitosamente.
«Hoy no es el día oficial de firma para comenzar con los 180 días de la dejación de armas. Eso se hará en otra ceremonia con toda la pompa», explicó a la AP el comandante de las FARC, Pablo Catatumbo.
En el país aún opera el Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque el gobierno de Santos también busca negociar la paz con ese grupo rebelde.
Pese a los esfuerzos de las FARC y el gobierno colombiano, la reconciliación entre los habitantes parece compleja tras un enfrentamiento que dejó más de 220.000 muertos, miles de desaparecidos y millones de campesinos desplazados a las ciudades desde que se iniciaron las hostilidades en 1964.