Retomo estas notas semanales. Gracias al querido diario EL IMPULSO por mantenerme sus puertas abiertas.
Los venezolanos llevamos más de 18 años sufriendo a este gobierno. Chávez y Maduro son la misma cosa, no sé cuál es peor. Muchos intuimos la maldad del régimen desde el comienzo e incluso desde antes del comienzo. Los venezolanos o somos muy ingenuos o, como lo dijo Arturo Uslar Pietri, políticamente muy inmaduros. No tengo mejor expresión para calificar estos 18 años que tragedia nacional. Muy pocos creían en 1998 que si ganaba Chávez estos años serían una tragedia nacional.
A lo hecho, pecho. Lo que había no era perfecto, hubo errores inexplicables e inexcusables que debían mejorarse. Nunca se hizo, se retrasaron decisiones y el país cayó, durante la llamada IV república, en el letargo de la corrupción y de la ineficacia de los gobiernos y el pueblo en la indiferencia política, en el desprecio por los asuntos públicos, en definitiva, en la antipolítica, lo que condujo que esa actividad cayera en manos de los menos preparados, de quienes han querido perpetuarse en el poder, de quienes han exacerbado la corrupción y la ineficiencia.
Una casta de funcionarios ha asaltado el poder y no mira ni las normas de la Constitución Nacional ni las leyes de la república. Ese poder arbitrario ha encontrado un Tribual Supremo que le “convalida” su comportamiento, ajusta cualquier decisión del Ejecutivo Nacional, a la interpretación que éste último exija. Los nombramientos por parte de la anterior Asamblea Nacional, de los últimos, iba a decir magistrados, rectifico y digo integrantes, del TSJ fueron hechos violando tanto la Carta Magna como las normas del propio TSJ. Las decisiones del TSJ, a lo largo de estos meses de funcionamiento de la nueva Asamblea Nacional, constituyen una vergüenza nacional. Hoy en día no hay poder judicial confiable en el país. Sólo hay una caricatura institucional que fue montada para engañar al mundo, pero que ya no engaña a nadie.
Por si fuera poco, la situación económica y social del país no puede ser peor. El país está destruido. Material, institucional y moralmente destruido. La crisis humanitaria por falta de alimentos, medicinas, servicios de educación y salud eficientes, protección ciudadana, claman al cielo. Frente a esta realidad, los sectores democráticos del país, hemos pedido un referendo revocatorio del mandato otorgado al Presidente de la república en 2013. Todo de conformidad con lo previsto en nuestra Carta Magna. Lejos de un golpe de estado, de violencia, sólo se propone consultarle al pueblo acerca de si debe seguir o no Maduro. El CNE ha respondido con lentitud, retrasando la consulta y por eso los sectores democráticos han decidido tomar la ciudad capital, para exigir la fijación de las fechas respectivas. El gobierno se prepara para impedir el derecho legítimo a la protesta y a la manifestación. No tengo dudas que este 1 de septiembre Venezuela dará una contundente demostración de voluntad de cambio. Espero que el régimen no use lo único que le queda, las armas y la arbitrariedad.