El gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC llegaron a un acuerdo de paz para poner fin a más de cinco décadas de conflicto armado en la nación sudamericana, uno de los más longevos del mundo que se ha cobrado la vida de más de 200.000 personas.
El acuerdo, alcanzado tras casi cuatro años de discusiones, aún debe ser ratificado por los colombianos en un plebiscito que se prevé realizar en breve.
«La guerra ha terminado», afirmó el jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto De la Calle, quien señaló que la mejor manera de superar el conflicto fue sentarse con las FARC «a hablar de la paz».
El anuncio fue hecho en La Habana inicialmente por los garantes de Cuba y Noruega, en presencia de delegados del gobierno colombiano y de las FARC, mientras en Colombia seguían atentos los detalles.
«Me puedo morir tranquilo, porque por fin voy a ver a mi país sin violencia y un futuro para mis hijos y nieto», dijo entre lágrimas Orlando Guevara, de 57 años, quien junto con cerca de 400 personas que portaban banderas blancas y de Colombia vio el anuncio en una pantalla gigante en un parque del norte de Bogotá.
De la Calle y el jefe del equipo negociador de la guerrilla, Luciano Marín o «Iván Márquez», firmaron el histórico documento.
«Hemos ganado la más hermosa de todas las batallas: la de la paz», dijo Márquez.
«Podemos proclamar que termina la guerra con las armas», añadió y dijo que ahora comienza una «de las ideas».
El arribo a un acuerdo se vislumbró a comienzos de agosto cuando las partes presentaron una suerte de hoja de ruta que guiará el cese del fuego bilateral, el cual entrará en vigencia desde el mismo momento en que se firme el acuerdo definitivo.
El cese al fuego significa el fin de los enfrentamientos entre el Estado y las FARC.
Ahora, el gobierno colombiano debe informar al Congreso para que convoque a un plebiscito, en el cual los colombianos dirán si respaldan o no el acuerdo.
Se esperaba que el presidente colombiano Juan Manuel Santos se dirigiera a los colombianos más tarde.
«Este es un gran momento histórico para el país. Acabar una guerra tan dura es toda una hazaña», dijo a The Associated Press monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.
El prelado agregó que es clave que en adelante se desarrollen en el país campañas pedagógicas para que los colombianos tengan claro qué fue lo que se acordó en la capital cubana.
También de histórica calificó la noticia el ex alto comisionado para la paz, Víctor Ricardo, quien hizo hincapié en que durante 60 años el Estado trató de derrotar sin éxito a las guerrillas por la vía militar y que como no lo pudo hacer acudió la negociación.
Desde fines de 2012 la administración de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llevan adelante en Cuba el proceso para tratar de poner fin a más de medio siglo de conflicto armado interno.
En cuatro años las delegaciones llegaron a acuerdos en temas clave como una reforma agraria, la participación de los rebeldes en política, la lucha conjunta contra el narcotráfico, el resarcimiento de las víctimas, el blindaje jurídico y político a los puntos que se acuerden en la negociación, la forma en que los actores del conflicto armado pagarán por sus crímenes, el cese bilateral y definitivo del fuego y el abandono de las armas por parte de los rebeldes.
Según cifras oficiales, las FARC tienen en sus filas a unos 7.000 combatientes.
Los diálogos han tenido una férrea oposición entre los seguidores del ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010).
A inicios de mes los mecanismos de monitoreo para el fin de las hostilidades que correrán a cargo de Naciones Unidas y grupos de observadores internacionales y el funcionamiento de 23 zonas y ocho puntos a los cuales arribarán de manera transitoria los guerrilleros mientras se realiza el proceso de abandono de las armas.
Asimismo se estableció que la recolección y almacenamiento del armamento en poder de las FARC se desarrollará en tres fases a los 90, 120 y 150 días de la firma de la paz.
En los últimos 15 años el ejército colombiano, apoyado por el gobierno de Estados Unidos, desató una ofensiva que diezmó las tropas del movimiento insurgente y replegó a sus combatientes pero sin lograr derrotarlos, lo que puso a las partes en la necesidad de sentarse en una mesa de diálogo como la desarrollada en La Habana.
Si se formaliza el acuerdo final se extinguiría el último gran movimiento armado de América Latina.
En el país quedaría operando el Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque el gobierno de Santos también busca negociar la paz con ese grupo rebelde.
Pese a los esfuerzos de las FARC y la administración de Santos la reconciliación entre los colombianos parece compleja tras un enfrentamiento que dejó más de 220.000 muertos, miles de desaparecidos y millones de campesinos desplazados a las ciudades desde que se iniciaron las hostilidades en 1964.