Estados Unidos ha vuelto a demostrar su total dominio del baloncesto mundial al colgarse su tercer oro olímpico consecutivo imponiéndose con autoridad 96-66 a los serbios en la final de los Juegos de Rio-2016.
Los norteamericanos revalidaron el título que ganaron en Pekín-2008 y Londres-2012, mientras que Serbia se colgó la plata por primera vez bajo ese nombre y el bronce fue para España.
La hazaña cierra de forma excepcional la carrera del entrenador Mike Krzyzewski al frente del equipo, del que se había hecho cargo tras el bronce conseguido en Atenas-2004 y que se despide con este partido.
Un veterano de 2004, el alero Carmelo Anthony, hizo historia también al convertirse, en sus cuartos Juegos, en el primer baloncestista masculino en colgarse tres oros olímpicos, además del bronce que ganó en Atenas-2004.
Estados Unidos apenas dejó un poco de margen al suspenso en los primeros minutos del partido, cuando Serbia llegó incluso a liderar en el marcador, pero ya al final del parcial, los norteamericanos iban por delante.
En el segundo cuarto, Estados Unidos dio un punto más de velocidad a su ataque, mientras en defensa empezó a presionar al hombre.
DeMarcus Cousins se turnó con el gigante DeAndre Jordan para convertirse en el amo bajo los aros, haciéndose con todos los rebotes.
Un parcial de 14-5 en los primeros cuatro minutos ponía a Estados Unidos 33-20 para iniciar el despegue que tuvo como protagonista indiscutible a Kevin Durant.
El alero de los Golden State Warriors, que fue letal desde la línea de tres puntos, hizo 18 de sus 30 puntos totales en este segundo cuarto.
Durant fue el mejor anotador del encuentro y el segundo mejor del torneo de Rio-2016, un punto por detrás del español Pau Gasol, que ha marcado 156 enteros.
Los estadounidenses se vieron ayudados por el nerviosismo de los serbios, a los que poco sirvió los 14 puntos de su mejor anotador, Nemanja Nedovic.
Imposibilitados para el juego interior y viéndose por detrás en el marcador buscaron rebajar la brecha con los tiros de tres con poco resultado, al anotar sólo 4 de 24 intentos en todo el partido.
La vuelta de la pausa, a la que se llegó con 52-29 para los norteamericanos, sólo sirvió para ver a éstos asentar un poco más su dominio en todos los ámbitos.
Los serbios trataron de presionar más en defensa, pero se vieron superados por la velocidad imprimida por los estadounidenses en sus pases, que empezaron su festival para delicia del público.
Triples, mates y bandejas se sucedieron por parte de un equipo estadounidense que se permitió el lujo de relajarse y hacer rotar a sus jugadores en los últimos compases del encuentro.
Los estadounidenses volvieron así a imponerse a los serbios, a lo que ya habían ganado en la final del Mundial de 2014 por un contundente 129-92.