La apremiante crisis económica que ha reducido considerablemente el poder adquisitivo del venezolano ha propiciado el auge de una tendencia inusual.
En el transitar por las calles, al menos en la ciudad de Barquisimeto, cada vez se hace más común encontrarse con una exhibición peculiar de una serie de artículos usados, en especial ropa, guindados en fachadas de casas o puestos sobre las aceras.
Aunque las ventas de garaje no son nada nuevo, ni mucho menos algo autóctono, se ha vuelto curioso el número de personas que se están viendo obligadas a desprenderse de sus pertenencias para garantizar una fuente de ingresos alterna que le permita paliar la situación de precariedad.
Lo que en otros países se hace por cultura, aquí se hace por necesidad. Y es que desde el inicio de este turbulento 2016, según confesaron comerciantes a EL IMPULSO, la ciudadanía empezó a ver la venta de artículos de segunda mano como un negocio rentable.
El sociólogo y profesor de la UCLA, Nelson Fréitez, cataloga esta oleada de aparición de ventas de garaje como una estrategia de sobrevivencia y eminente reacción del venezolano ante la crisis.
“Personas que vivían solo de su trabajo se han visto obligadas a acudir a esta alternativa porque requieren mayor capital para subsistir (…) Se desprenden de parte de su vestuario, electrodomésticos y otros artículos porque a medida que aprieta la crisis los ingresos comunes no son suficientes (…) Cada vez vemos más venta de corotos, de ropa usada y eso se va a incrementar”.
Aunque Fréitez sostiene que es una actividad de complemento, que sin lugar a dudas “tiene mucho que ver con el incremento de la inflación y del costo de la vida”, algunos venezolanos lo han tomado como único sustento.
Comenzó con el negocio en diciembre
El señor César Guevara Machado a las afueras de su casa materna pone a la vista de todo el que pase por la carrera 24 entre calles 22 y 23, una serie de productos de segunda mano, en buen estado y a un accesible precio.
Comenzó vendiendo cuadros hace más de un año. Sin embargo, a finales del 2015 se dio cuenta de lo factible que resulta vender otro tipo de mercancía, la ropa principalmente, ante la disminución del poder adquisitivo del venezolano y la necesidad de vestimenta.
Allí se puede encontrar literalmente de todo. Desde una tuerca hasta electrodomésticos.
“Quién iba a creer hace cinco años que la ropa usada se iba a vender. Antes no era rentable porque a la gente que se le dañaba un ventilador o cualquier cosa compraba uno nuevo”, dijo.
Se van del país y le dejan los artículos
Para cuidarse las espaldas, todos los productos que ofrece Guevara Machado provienen de familiares, amistades o conocidos, aclaró. La mayoría son de personas que abandonaron el país o planean hacerlo y eso es algo que confiesa “le llama la atención”.
Posee permisología del Ejecutivo local, permiso de sanidad y asegura que puede vender “cualquier cosa que esté a buen precio”.
Lo que más demandan es grifería de baño y prendas de vestir, reveló, específicamente pantalones y zapatos.
“Me da para comer, me da para vivir. Esto ha proliferado en los últimos días”.
Tratan de sobrevivir
Lo que comenzó siendo un pasatiempo para José Ángel Roque, terminó siendo una alternativa de ingreso y de supervivencia.
Comenzó cambiando y vendiendo antigüedades, sin embargo, desde hace unos meses “ya es un sustento, una necesidad”.
“Este año esto tuvo más auge porque la gente se vio en la necesidad de buscar cosas más baratas debido a que los costos se fueron para arriba”.
Aunque es contratista de ocupación, se dedica medio tiempo a la venta de productos usados para poder garantizar el sustento a su núcleo familiar.
La acera de la carrera 24 entre calles 27 y 28 no es suficiente espacio para colocar todos los artículos, confesó.
Juguetes para niños, salvavidas, lavadoras, repuestos de carros e incluso una escalera tiene a la venta Roque.
“A raíz de la pérdida de contratos complemento el tiempo aquí”.
Cada vez son más personas que se amparan en este tipo de comercio, pues es visto como una alternativa para paliar la crisis. Muchos afirman que será de mucha utilidad para las compras decembrinas.
El patio de los corotos, una variante de ingresos
Aunque se ha visto el auge de las ventas de garaje callejeras, si se les puede llamar así, a raíz de las dificultades económicas por las que atraviesa el pueblo venezolano, las ventas programas y organizadas también han tenido un crecimiento importante.
El Patio de los Corotos, es una muestra de ello. Este es un bazar en el que decenas de vendedores llevan sus pertenencias para realizar una especie de mega venta de garaje ambulante.
Nació hace dos años en la ciudad de Valencia, en una época en la que las secuelas de la crisis económica no eran tan evidentes como ahora, aseguró a EL IMPULSO su directora y fundadora, Claudia Valladares.
Para entonces, afirmó, quienes participaban lo hacían para “vivir la experiencia, sin ánimos de verlo como un negocio”.
Sin embargo, confesó que ha notado cambios importantes en quienes recurren a El Patio de los Corotos a subastar sus artículos.
Uno de ellos consiste en que ha notado que las personas acuden por necesidad, para obtener dinero extra que les permita cancelar algún compromiso o alguna deuda.
“Hay unos venden porque tienen que pagar el seguro del carro, la inscripción del colegio de sus hijos o pagar un tratamiento médico (…) Tenemos clientes que renunciaron a sus trabajos y se están rebuscando con las ventas de garaje”.
Asimismo, la aparición masiva “del cliente que se va del país y está vendiendo todas sus pertenencias, quedándose sin nada, para irse con dos maletas a aventurar y todo lo que vende no le es suficiente ni para un mes de estadía fuera, al cambio no da para nada”, es una caracteristica que resalta este 2016.
Los precios varían de acuerdo a lo estipulado por cada subastador. Se pueden encontrar piezas desde los 1.000 bolívares hasta los 10 mil e incluso más.
La ropa, los zapatos y los artículos para bebé son de las cosas más buscadas y por ende más vendidas, aunque se puede encontrar “de todo”.
“El que vende barato vende todo y quien tiene altos precios de repente no vende nada”.
“El patio de los corotos sigue siendo una alternativa porque consigo cosas que no hay o que no puedo pagar. Siempre será una relación ganar-ganar, gana el que vende porque tiene un ingreso extra y también el que compra porque adquiere a precios realmente accesibles”, aseveró.
Unos tienen su tiempo
No todos los vendedores de garaje o comerciantes de artículos usados son de nueva aparición, algunos tienen toda una vida dedicados a ello.
Sin embargo, estas personas también han notado un repunte en las ventas en los últimos meses.
Tal es el caso del señor Armando Viscaya, quien a sus 94 años sostiene con orgullo haberse dedicado a la compraventa de artículos de segunda mano durante más de tres décadas.
En su local, una casa de estilo colonial, exhibe su mercancía interesante aunque no muy variada.
Afirma haber comprado todo lo que coloca a disposición del público, a diferencia de otros dedicados a este tipo de comercio que aceptan vender a consignación.
“Esto ha sido mi vida. Esto me ha dado para comer y vivir durante la mayor parte mi existencia”, destacó.