Ante la obstinadapretensiónde la cúpula que nos gobierna de continuar aplicando un modelo económico-socialgenerador de recesióneconómica(apenas el 36% de la capacidad instalada del sector manufacturero se encuentra en actividad), de inflación (la más alta del mundo) y de menoscaboen los indicadores sociales (los peores entre todos lospaíses de la gran comunidad internacional), lo que en resumidas cuentas se traduce en un empobrecimiento brutal de toda nuestra sociedad, debemos buscar elementos que nos permitan entender el porquéde tal proceder irracional. Para este propósito, abordo la esfera de lo psicológico; tal vez en ellapodamos conseguiralgunas pistas que nos permitan alcanzar la explicación que deseamos, no sin antes hacer la salvedad, de que esta disciplina del conocimiento no es precisamente de mi competencia profesional, pero en aras de alcanzar este objetivo, me obligo a adentrarme en susespacios de incumbencia por ser precisamente esta ciencia la que estudia la conducta y los procesos mentales del ser humano.
En efecto, al observar el grado de destrucción de nuestra nación de parte del cenáculo que nos gobierna, el cual, como ya sabemos, se distingue por su incapacidad para abordar los asuntos públicos, por su desfase histórico-ideológico que lo aparta de la objetividad global que se vive y de su mentalidad de lumpen que instituye el desempeño malandro y transgresor de los principios y normas básicas para la convivencia social, no luce desproporcionado pensar, que,aparte de la mezcla de los tres factores ya referidos y de la resistencia de los integrantes de la cúpulaoficialistaa poner en riesgo sus intereses muy personalesante unaeventual pérdida del poder como resultado de la realización del referéndum revocatorio, éstos adolezcan de unsesgo cognitivo que les impide enfocar y procesar con lógica de actuación, los hechos que actualmente se viven, o en todo caso, se padecen en nuestra querida Venezuela. Cuando este tipo de afección psicológicase manifiesta en los individuos a través de su incapacidad para reconocer su propia ineptitud, sobreestimando su habilidad por encima de la que realmente poseenen la resolución de problemas de cualquier índole y experimentandoun sentimiento de superioridad ilusoria sobre aquellas personas más cualificadas, se está en presencia de la condición conocida como Efecto Dunning-Kruger.
Esta condición, sin lugar a dudas, pudiera explicar en parte la actitud disparatada, por decir lo menos, de aquel alto personero del gobierno que se atrevió a señalar sin ningún pudor que si se suspendía el control cambiario, la mal llamada “revolución” perdería el poder político, o lo puntualizado por la máxima figura representativa del país en cuanto a que en pocos meses “vamos a vivir un proceso de recuperación milagrosa de la economía venezolana y de la tranquilidad de toda nuestra patria como debe ser”. Estas afirmaciones develan una distorsión de la percepción de lo que se vive que conlleva a la realización de juicios inexactos y de interpretaciones ilógicas en relación a la actual dinámica económica, política y social que contextualiza la realidad nacional.Perotambién pudiera existir en la naturaleza de estos comportamientos algo del Principio de Hanlon (“Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”).
Me cuesta creer que todos los integrantes del equipo político que sustenta las actuaciones de la camarilla gubernamental son corruptos o simplementeaprovechadores o usufructuarios del poder; quiero pensar que,aparte de sus limitaciones políticas-ideológicas y de sus restringidas capacidadesy destrezas en los asuntos económicos y sociales, sufren del Efecto Dunning-Kruger que los sumerge en un mundo irreal preñado de fantasías.