Han transcurrido tres días desde que se anunciaba el aumento del pasaje de transporte público urbano y extraurbano, correspondiente al mes de agosto, y que fue pospuesto quince días por el Sindicato Automotor del estado Lara. Sin embargo, la situación se ha vuelto un desorden entre transportistas, gobierno y usuarios.
Varias denuncias llegaron a esta Redacción Web sobre el cobro ilegal del incremento del pasaje, que se ubica entre 100 y 120 BS. tan solo en Barquisimeto y entre 120 y 150 para Cabudare.
Aunque el Gobierno no había llegado a un acuerdo con los representantes del sector desde el pasado 15 de agosto, algunas unidades que prestan servicio en la ciudad cobran el incremento, aunque otros transportistas apelan a la conciencia de los usuarios y cuando les preguntan ¿cuánto es el pasaje? Se limitan a responder: «lo que usted quiera 50 o 100».
En otros casos, los pasajeros han sido obligados a bajarse de los rutas por petición de los trabajadores del volante, al negarse a cancelar un aumento de precios que hasta la fecha no ha sido autorizado. Así ocurrió en una unidad de la Ruta 21. Además la violencia se apodera de quienes andan en la calle, pues hasta impasses entre chóferes y usuarios han terminado en pelea.
Sin duda, es una situación que pone evidencia el caos y la anarquía que reina en nuestro país.
Por un lado, los transportistas exigen aumento por la severa crisis económica que se vive, con la inflación a millón y la escasez y altos precios de repuestos para unidades, además es habitual un aumento en esta época.
Por otro, el Gobierno que aunque ha planteado programas para solventar el problema, y se ha sentado a dialogar con el sindicato automotor, no cede en el incremento.
Y en el medio de éstos, quedan los usuarios, algunos que se niegan a cancelar el nuevo precio del pasaje, porque significaría tener que sacar el doble de dinero de sus bolsillos, y ante la situación económica no es nada fácil. Otros consideran justa la medida, porque se trata de padres de familia que prestan un servicio, con el que le dan de comer a sus hijos.
Lo cierto del caso es que mientras no haya un común acuerdo entre ambas partes, el desorden seguirá haciendo de la suyas en esta ya convulsionada urbe.
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