“Palestina en tiempos de Jesús” es un tema de estudio de la arqueología bíblica en cuya época el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador.
Según Wikipedia, la enciclopedia libre, las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.
Es conveniente conocer este mundo para captar la novedad de Jesús, el carácter inevitablemente hiriente de su denuncia profética, el alcance de su anuncio: “Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios, enmiéndense y tengan fe en esta buena noticia” (Marcos 1, 15)
Jesús estaba en contra de las “inmoralidades, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraudes, desenfreno” (Marcos 7,20-23) que existían en Palestina. No aprobó que los romanos oprimieran al pueblo judío. Escuchó los clamores de los marginados por la religión y sociedad de su pueblo, y optó por ellos aún a costa de su vida.
Decir que Dios es omnipresente, es que está presente en todas partes, en todos los tiempos, por consiguiente, Venezuela está en sus manos.
Hablar de la maldición de la tierra parece algo absurdo y difícil de creer. Pero ciertamente la tierra fue maldita y con ella el hombre y todo el universo.
Dios la hizo primeramente como lugar perfecto, y a la criatura perfecta para reinar en este nuevo cielo.
La primera pareja, Adán y Eva lo tenían todo, pero Satanás causó que se corrompieran y que el pecado entrara a la humanidad. Y al hombre dijo: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”. Génesis 3:17
¿Será que los venezolanos somos peores que Adán y Eva, que esa maldición se multiplica al no conseguir alimentos de ella todos los días?
No sabemos cuántas veces hemos comido de la manzana prohibida, pero en estos momentos muy poco se consigue un trozo de pan.
Estamos a la voluntad perversa de quienes desde las altas esferas de la patria han llegado al sacrilegio, a la brujería desenterrando para sus fines diabólicos hasta los restos del Libertador Simón Bolívar, y si no hubiese resucitado al tercer día, los de Jesús de Nazareth también.
Venezuela está en un callejón sin salida: Crisis económica, política, empresarial y constitucional. Los dos últimos Presidentes entrarán en la historia como los políticos más nefastos: Sangre fría e irónicos que han puesto a todo un país a las puertas del cementerio.
Una frágil Asamblea Nacional sesiona atónita ante el desmoronamiento de sus decisiones sin espacios para la democracia, pero orgullosa de haber sido electa por un pueblo que no se cansa porque las calles están siendo escenarios de manifestaciones.
Una oportunidad histórica para el inicio de una nueva etapa que nos conduzca hacia la Venezuela distinta.
Sólo resta creer en el poder celestial.
