Los hermanitos Cleiber Leonardo (11) y Heibert José (14) Arévalo Marín desaparecieron a las 9.00 de la noche del pasado sábado cuando salieron a comprar un paquete de harina. Unas 12 horas después encontraron sus cadáveres descuartizados en una zona enmotada de la invasión Gran Simón de Ciudad Ojeda, municipio Lagunillas. Acusan a Humberto José Puche, alias el «Flaco», y a cuatro de sus parientes como los asesinos, reseñó el Diario La Verdad, en su versión web.
Según los testigos, los hermanos caminaban por la barriada. Primero agarraron a Heibert. Su acompañante al ver al «Flaco» con un machete en la mano se escondió. Mariela González Suárez, mujer de Puche, lo siguió, lo sacó a la fuerza y se lo llevó. Desde ese momento no volvieron a verlos.
Una vecina corrió a la casa de Belkis Marín, madre de los muchachos. Le contó lo poco que vio y se organizaron para la búsqueda. Caminaron hasta la casa del sospechoso, pero la casa estaba vacía.
En la morgue de Cabimas, Marín denunció al “Flaco” y a sus familiares. Hace ocho días acusó a sus hijos de robarle dos ovejos. El vecino no tenía pruebas en contra de ellos y ella los defendió. A los días, “él supo quien realmente les robo sus animales, no entiendo por qué lo hizo”.
El ama de casa no paró la búsqueda. Unos oficiales de la Policía regional colaboraron hasta las 2.00 de la madrugada del domingo. Ocho horas más tarde, un conocido llegó con la noticia a la casa de los Marín. Sus restos estaban entre el matorral. Los cortaron y los escondieron a pocos metros de su vivienda.
“Mis hijos trabajaban limpiando monte para ayudarme, ellos no eran malos, pido justicia por su muerte”, repetía insistentemente la mujer, mientras hacía un esfuerzo por no llorar al recordar que reconoció a sus hijos por la ropa. «Los despedazó a los dos».
Confesaron
Los efectivos de la Policía científica llegaron al lugar, recolectaron las evidencias y allanaron la casa de los sospechosos. No encontraron a ninguno, pero las evidencias los condujeron hasta la residencia de Édwuard José Ramírez Nava, de 19 años, quien prestó su Apache, azul, placa A18BW8S, para que los homicidas huyeran.
Entre los fugitivos está el «Flaco», su mujer, su suegra, Francisco Javier Morales Fernández, José Abel Ramírez Piña y una adolescente, de 14 años.
La madre de las víctimas solo exigía justicia. “Ellos no fueron los mejores estudiantes, pero no eran malandros, ellos desde muy chiquitos empezaron a trabajar para ayudarme”.
Los Arévalo Marín eran los menores de los cinco hijos de Belkis, el mayor estudió hasta cuarto grado y el otro llegó a tercero. Sus restos los sepultarán hoy en la mañana en el cementerio municipal Santa Lucía de Ciudad Ojeda.