La palabra «arco» suena inofensiva. Puede designar la varilla con la cual se produce el dulce sonido del violín, la porción de curva entre dos puntos; un componente arquitectónico, el arco iris y hasta una descarga eléctrica de brillantísima luz. Y también destrucción, lo que debería ser tema urgente de todas las fuerzas y voluntades políticas del país, los claustros universitarios, los medios de comunicación, la Asamblea Nacional. Me refiero al Arco Minero.
Incluye para entendidos y legos, la presencia de 33 países y las multinacionales cuyos rasgos y composiciones recuerdan las transmutaciones propias de juegos alquímicos. Alquimia necesaria para aparecer y desaparecer en el entramado de los capitales que ya ni representan estados o naciones, sino a sí mismos.
Eso explica fácilmente por qué el yacimiento de oro y cobre más grande del mundo, «Las Cristinas» regresó a mano de la transnacional canadiense después de habérsele suspendido la concesión por una orden de Chávez.
El Ministerio de Desarrollo Minero Ecológico –nombre contradictorio de por sí- fue creado para enlazar lo que podría llamarse el Ministerio de Planificación civil con los planes del Ministerio de Planificación militar. No otra cosa es el Caminpeg. El «minero ecológico» es una especie de agüita para los ecologistas que reclaman y con muchísima razón, el enorme desastre ecológico de nuestras reservas de oxígeno y el acoso y desaparición de las etnias indígenas de la región, pero ambos son dos velas encendidas para ocultar la entrega de nuestro subsuelo a compañías extranjeras, la explotación irracional del coltán, cuyo nombre trae resonancias apocalípticas y la distribución privada de las riquezas mineras.
El mes pasado, en acto televisado, el Ministro de la Defensa habló a nombre de Caminpeg, anunciando que nuestras Fuerzas Armadas Nacionales resguardarán mediante las Unidades de Fuerzas Especiales, la seguridad de la operadoras –compañias transnacionales- dentro de lo que llamó, las «Zonas Económicas Militares». Su viceministro para Planificación y Desarrollo del Ministerio de la Defensa, estampó su firma a nombre de Caminpeg. En los viejos refranes, se diría que se paga y se da el vuelto, sin dejar por sentado que se compromete no sólo a este gobierno sino a los que vendrán.
Y como se requiere garantizar los planes estratégicos y no se cuenta con personal militar especializado, se están asimilando profesionales. La estructura militar los cobija y los emplea en la compañía militar beneficiada con la explotación del arco minero. Todo muy organizado administrativamente aunque inconstitucional y nada ético. Las riquezas del país nos pertenecen a todos y corresponde al Estado administrarlas, no al estamento militar.
El coltán será explotado por 13 años a «cielo abierto», lo cual ha encendido las alarmas no sólo en nuestro país sino internacionalmente, pues entre sus efectos inmediatos estará el daño de las cuencas hidrográficas. Por estas tierras la UCLA a través de sus especialistas, realizó labores de investigación y alertó en el pasado sobre las consecuencias del daño a nuestras cuencas y su impacto irreversible sobre el semiárido. De sólo imaginar el daño ambiental que se producirá hoy en una zona que además es parte del pulmón vegetal del mundo, sobran las razones para no permitirlo. Pero ya está firmado y refrendado.
La inversión de 330 millones de dólares dará una ganancia de 10 mil millones de la misma moneda a la compañía transnacional que se encargará de destruir el ecosistema ambiental del Orinoco. Nos quejamos de las acciones inmediatistas, ciegas o entreguistas de nuestros políticos, pero se sigue viendo a los ecologistas como los come nabos del planeta y sus acciones como formas ingenuas de lucha y protección. La experiencia muestra que son formas organizadas de la sociedad civil que han de protegerse y estimularse por el Estado, gobierno y oposición.
¿Cómo llamar la entrega a las transnacionales del Arco Minero -11.000 kilómetros cuadrados para su libre explotación- colindantes con una de las mayores reservas de petróleo del planeta –la Faja Petrolífera del Orinoco? ¿Cómo ahondar en los riesgos de la palabra arco, cuando sin la belleza de la luz nos anuncia destrucción, capitalismo salvaje y muerte? Actuando a tiempo para recuperar el Arco Iris…