La situación venezolana no puede ni debe prolongarse más. Llegamos al llegadero. Las amenazas se hacen insoportables, pero adornan el panorama informativo y político de estos días. Si se agotaran en la retórica estaríamos en presencia de un problema incómodo pero menor. Lo grave es que están acompañadas por problemas dramáticos que afectan a toda la familia venezolana. Carestía, escasez, inseguridad de las personas y de los bienes como nunca antes y muchos otros males sobre diagnosticados, colocan a la nación en pie de guerra. Confrontación de otra naturaleza, desconocida entre nosotros, pero guerra que al fin y al cabo está generando odios, distanciamientos y enemistades que costará mucho reponer en los tiempos por venir.
La trinchera parlamentaria está funcionando a pesar del saboteo permanente y el desconocimiento de la misma por parte de las demás ramas del poder público. Pero mantiene con dignidad la enorme legitimidad obtenida con el apoyo sostenido de las dos terceras partes del país. El ciudadano común cierra filas alrededor de los líderes parlamentarios que ejercen honestamente la representación que detentan. Del régimen sólo escuchamos vulgares ofensas y acciones dignas del hamponato más primitivo. Nada positivo. Ni una palabra de aliento o esperanza para la población. No han entendido que la rabia y la indignación general superan ampliamente el miedo o el temor que la represión dirigida desde el alto gobierno ha ido sembrando.
“Dime de qué alardeas y te diré de qué careces” es un viejo refrán cargado de sabiduría. Vino a la mente cuando Maduro, ese pobre personaje que está todavía al frente del poder ejecutivo, dijo que él si tenía “cojones” para enfrentar la guerra y derrotar al enemigo. Lástima generan esos pobres hombres del alto gobierno que han inventado una supuesta guerra desatada por el imperio y la “derecha” y, de paso, la están perdiendo estrepitosamente. Los males se agravan y todo camina para peor. Es tiempo de salir de ellos.
Responsablemente la oposición democrática ha centrado su esfuerzo en el referendo revocatorio. Ha colocado en manos del pueblo soberado la decisión de continuar como está o, por el contrario, iniciar el cambio necesario. El régimen para impedir la aparatosa derrota que tendría, apela a todas las artimañas y trampas. Están a la vista. No ocultan sus propósitos y a confesión de parte relevo de pruebas.
SI las maniobras gubernamentales de los próximos días impiden el revocatorio este año, la lucha cambiará radicalmente: Entraremos de lleno a una verdadera guerra, aunque de naturaleza diferente, cómo hemos dicho. Pero definitiva e irreversible.