El Deportivo Lara quedó herido de muerte, producto de una dolorosa mordida. Y se la aplicó el Junior de Barranquilla, el llamado cuadro “Tiburón” de Colombia. El revés 1-3 en el Metropolitano de Cabudare lo puso en la tierra de un golpe -después de tomar altura con el par de triunfos corridos en la liga local- y prácticamente lo dejó fuera de carrera en la Copa Sudamericana.
La encomienda para la tropa de Leo González era ganar, cualquiera fuese el marcador, para alimentar sus posibilidades. Ocurrió todo lo contrario. No sólo encajó una derrota, sino que además recibió tres goles en casa, situación que lo deja a expensas de un milagro.
La realidad indica que la eliminatoria todavía está al alcance, porque un 2-0 en la vuelta, el próximo martes en Barranquilla, le basta para arrebatarle el manjar de la boca al cuadro neogranadino. Pero el desempeño de anoche, sin brillo ni profundidad, carente de recursos en ataque, salvó las individualidades de César González, provoca que salten las dudas. Tendría que dar una vuelta de rosca, experimentar un cambio del cielo a la tierra, para superar a un rival que le incomodó con su incesante presión alta y le hizo equivocarse cualquier cantidad de ocasiones.
La tarde-noche no empezó bien para los crepusculares, que recibieron el primer gol a los 50 segundos. Sí, apenas empezaba a rodar el balón y era la primera aproximación del visitante, cuando cayó la anotación inicial. Todo llegó después de un balón aéreo lanzado desde el sector derecho. Un jugador del Junior peinó la esférica para cambiarle la dirección y velocidad, y a la vez descolocar a la defensa local. Y tuvo la suerte de encontrar libre de marcas al delantero paraguayo Roberto Ovelar, quien, con categoría, como los buenos atacantes, cruzó de zurda ante el portero Eduardo Herrera y su intento de achicar espacios.
Era un mal presagio, se disparaba la sospecha de una tentativa goleada. Pero, en un inicio de emociones, la tropa guara encontró el empate dos minutos luego, tras una buena acción de González y Jesús Hernández, resuelta de buena manera, dentro del área, por este último, con un fuerte disparo que dobló los dedos del guardameta del Junior, Sebastián Viera.
Entonces, el impulso anímico lo tomaba el Lara, que debía buscar al menos un gol más para cerrar el triunfo. Le quedaba tiempo suficiente, pero careció de argumentos para hacer temblar a la defensa del cuadro barranquillero. Apenas si inquietó un par de veces y gracias a los destellos de González, pero de resto nada, absolutamente nada.
O retrocedía hacia su portero o lanzaba un inútil pelotazo largo, cuando el Junior le plantaba la presión en tres cuartos de cancha. Así las cosas, terminó el primer tiempo sin mayores acometidas hacia el arco cafetero.
El libreto no varió en la etapa de complemento. De hecho, Junior, que estaba de visitante, manejaba la pelota y el Lara trataba de contragolpear, la vía que escogió para tratar de hacer daño, visto que con balón dominado era instrascendente.
De a ratos, el duelo se hizo aburrido, pero la afición en las gradas despertó -para su mala fortuna- con el segundo gol del club colombiano, mediante un tiro libre rastrero de James Sánchez, en la fracción 76, ante el cual el cuidapalos Herrera, que quedó tapado, solo alcanzó a mirar.
Y nueve minutos más tarde, la vino estocada del Junior, con un tanto de Ovelar, su segundo de la noche, tras interceptar un pase de un zaguero local cuando intentaba salir jugando desde su trinchera. Allí, en esa acción, se esfumaron las posibilidades del Lara, de cara al desafío de vuelta.