Todo parece indicar que el tan esperado referendo revocatorio no se va a celebrar este año, a pesar de los esfuerzos realizados por la MUD, en nombre de la oposición, para cumplir con lo establecido por el CNE y todo dentro de los lapsos previstos.
Una vez más el alto gobierno logra salirse con la suya e imponer la estrategia diseñada, la cual consistía en manipular al Poder Electoral, en complicidad con la Sala Electoral del TSJ, aplicando tácticas dilatorias u obstruccionistas, a fin de impedir el proceso de votación.
Sin duda que ahora los venezolanos nos encontramos en el mismo lugar donde estábamos el 6 de diciembre 2015, estrangulados por la enorme crisis económica, política, social y humanitaria que se vive en el país, y la ausencia de perspectivas reales que nos permitan avizorar un mejor futuro en el corto plazo.
A esto debemos agregar cómo se ha desperdiciado el esfuerzo realizado por la AN en procura de actualizar y reivindicar la legislación venezolana, resultando en balde dicho esfuerzo, por la descarada intromisión de la Sala Constitucional, especie de horca caudina del TSJ.
Este escenario sin lugar a dudas va a incidir en el cronograma de los comicios regionales para elegir gobernadores y diputados de los Consejos Legislativos, que tampoco se celebrarían este año, privando en ello causas similares a las esgrimidas para impedir el revocatorio.
Ahora bien, este panorama incorpora elementos que perturban el esquema que inicialmente se planteó la población como una salida democrática, pacífica y constitucional, y esto pudiera conllevar a la exasperación del pueblo, cuyos ánimos se muestran sumamente caldeados en estos días aciagos y ya no soportan la larga y tediosa espera.
Sin embargo, el oficialismo pareciera ignorar o desconocer los riesgos que implica obstaculizar el camino elegido por el soberano para superar la crisis, y ya han comenzado a aflorar actos de violencia en diferentes estados, instigados por factores dispersos pero de evidente justificación.
No obstante, desde el seno de la oposición tampoco se percibe una postura unificada, con solidez conceptual, sino que mientras algunos partidos de la MUD se muestran resteados, en grado extremo, con radicalizar la protesta y salir a calentar la calle, otros partidos desean parecer más recatados y continúan insistiendo, sin éxito alguno, en el tan cacareado diálogo con el alto gobierno, acompañados de unos parcializados “mediadores”.
De tal manera que el juego se encuentra trancado, con un firmamento oscuro y cubierto de nubarrones, con un gobierno exageradamente militarizado que ha llevado al país a un mortal estancamiento en todos los órdenes, con un quiebre institucional nunca antes visto, producto del enfrentamiento de los poderes públicos, todo lo cual puede conducir a un régimen dictatorial.
Cuando ya ha transcurrido la mitad del año 2016, no existe una razón valedera que nos permita ser optimistas de que este año pudiera concretarse el tan anhelado cambio del gobierno nacional, así como también la renovación de gobernaciones y parlamentos regionales; además de estar en peligro y seriamente amenazada la existencia de la AN; por lo tanto es tiempo de valorar el nivel de paciencia de la población y canalizar sus reacciones.
Finalmente, hacemos votos porque la dirigencia política del país dé muestras de poseer la suficiente voluntad, madurez, inteligencia y visión de futuro, y poder canalizar la salida democrática más apropiada, y de esa manera evitar una explosión social, con las lamentables consecuencias que ello pueda acarrear a la sociedad toda. Valor y pa´lante.
